Me entero, según una encuesta del Instituto DYM, de que solo el 31 por ciento de los españoles se aprestarían a coger las armas en caso de que invadieran su patria; y este porcentaje baja al 22 por ciento entre los de 18 a 35 ... años. O sea, los más negados resultan aquellos que están en mejores condiciones por su juventud. La encuesta y el texto que acompaña nos sitúan entre los menos dispuestos del mundo a defender su país. Y entre los más patriotas y prestos a luchar por su tierra se encuentran los pueblos del norte de África, entre los que, como es natural, se halla Marruecos. Como decía aquel pasajero de neuronas atascadas: como no es mío el barco, me da igual que se hunda.

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El optimista de vino y rosas dirá al inhibirse que siempre nos quedará la OTAN. Ese viejo conglomerado que vivió a expensas del dinero y las armas que llegaban del otro lado del Atlántico. Y ahora que Putin ha asomado la garra por debajo de la puerta, el llamado tío Sam le repite a la desganada Europa que si quiere peces ya sabe lo que le conviene hacer. Pero el optimista insistirá en que siempre nos quedará Francia, como en aquel famoso desembarco de Alhucemas de 1925. Mas, ¡ay, pobre Francia!, que se siente incendiada por un lado e inundada por el otro, con tantos fuegos que apagar.

Eso dice el filósofo recientemente fallecido Bruno Latour, en su libro 'La casa de Francia': el país está ardiendo por los islamistas, en tanto que la extrema derecha trata de inundarlo. Pero lo más desolador es que Latour afirma que Francia ha dejado de ser una república laica, ya que en principio el laicismo implica el respeto a los demás cultos, al igual que al ateísmo, y cada vez más crece la población aferrada a sus creencias, sin dar por buenas las que otros profesan. Tenemos el caso del escritor Michael Houllebecq, que por una publicación en la revista 'Frente popular' ha sido requerido y amenazado por el consejo de la Gran Mezquita de París.

Leo también en 'Le Monde' que varios países europeos están estudiando retornar al servicio militar obligatorio, para sumarse a los que ya lo tienen establecido. El famoso y sensato juez de menores Emilio Calatayud es acérrimo partidario de la mili, para ellos y ellas. Un total de seis meses repartidos: firmes y cuerpo a tierra. Las literas de la pastora de los Picos y la gitanilla del Sacromonte, pegadas a las de Victoria Federica y Tamara. Froilán marcando el paso al lado de las bandas latinas. Y desnudos en la ducha, todos iguales.

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