Se derrumba el edificio 'casadista'. El pulso iniciado el pasado jueves con Díaz Ayuso termina con el presidente del partido en la lona, la organización confundida y el electorado estupefacto. Nunca se había visto que el líder de un partido atacara con tanta saña a ... uno de los principales dirigentes de forma tan gratuita. El error mayúsculo de Pablo Casado consistió en sustituir a la oposición madrileña y tomar sus argumentos para doblegar a Ayuso. Una vez filtrada la noticia de la investigación detectivesca sobre ella y su entorno, la presidenta madrileña puso las cartas sobre la mesa. A partir de ahí, Casado y Egea, con el pretexto de rebatirle, se entregaron a la autodestrucción. Especialmente llamativa la larga entrevista radiofónica de Pablo Casado que concitó las iras del público y acabó cohesionando a los barones en torno a Núñez Feijóo. La manifestación dominical de las bases del PP ante la sede de Génova fue el golpe decisivo. Imposible más rechazo.
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La cadena de dimisiones de cargos del partido y de adhesiones a Feijóo permite entrever una transición breve de poderes, pero será preciso celebrar un congreso extraordinario. El primer paso debe ser la dimisión de Casado, que debería ocurrir hoy, antes de la reunión con los barones. En caso contrario quedaría alterado el guión de Feijóo. Casado está solo, asistido por el personal más cercano, y no puede dar ya ninguna batalla. Es un perdedor absoluto.
La crisis del PP no se puede confundir con un sarampión. Ha sido un seísmo demasiado fuerte que no sólo se llevó por delante a Egea y lo hará con Casado, sino que deja dañada la marca. Volver a la situación que tenía el PP hace una semana llevará tiempo y mucho tino por parte de la nueva dirección. Esa misión recaerá, probablemente, sobre los hombros de Feijóo, un líder prudente y con experiencia en tareas de gobierno. Vive en La Coruña y gobierna Galicia y, a la vez, tendrá que dirigir el PP nacional y oponerse a Pedro Sánchez. Una doble tarea complicada. El PP asturiano se sumó a la serie de apoyos a Feijóo. Un posicionamiento lógico. Queda atrás aquella primera reacción de imposible equidistancia: «No se trata de elegir entre papá y mamá», cuando estalló la crisis en el partido. En fin, no son tiempos pacíficos para la política. Dos años después de las últimas elecciones, de los cuatro principales líderes, dos han quedado descabalgados (Albert Rivera y Pablo Iglesias) y un tercero está a punto de reintegrarse en la sociedad civil. Los tres, víctimas de sus errores.
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