El longevo y polifacético pensador galés, Bertrand Russell (1.872-1.970) fue un hombre que no dejó indiferente a nadie. Matemático, escritor, filósofo y apasionado de la economía, tal vez por ser ahijado de un icono como John Stuart Mill, Russell era ante todo ... un escéptico y desencantado de todos los sistemas políticos. De hecho era capaz de criticar tanto a la moral victoriana como al experimento fallido en el que se había convertido el sistema comunista, generador de otras castas privilegiadas como la de los burócratas. El aristócrata y pacifista Russell tenía una gran capacidad didáctica y sus ejemplos y parábolas pasaron a la posteridad, destacando por encima de todos el conocido como «El Pavo de Russell».
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Lo que Russell quiso ejemplarizar es que el ser humano tiende a extrapolar al futuro situaciones y conductas que ha vivido con anterioridad, dando por supuesto que seguirán repitiéndose siempre. O sea, un sistema de inducción llevado al último extremo. Pero, obviamente, no es así y las cosas cambian y que algo haya sucedido siempre de un modo concreto hasta ahora no garantiza que siga inmutable en el futuro. Russell, eligió al pavo como ejemplo paradigmático ya que vivía feliz recibiendo a diario la comida a la misma hora. El pavo engordaba y daba por supuesto que al día siguiente todo seguiría igual. Y así fue hasta...que llegó el día en el que lo cocinaron para servir de copioso banquete.
El ser humano funciona como el pavo y a esa conclusión llegaron iconos de la economía conductista como el israelí Daniel Kahneman y el norteamericano Vernon Smith, ambos laureados con el Premio Nobel de Economía del año 2.002. Es decir, extrapolamos al futuro situaciones actuales y tendemos a pensar que la vida es una foto fija cuando es todo lo contrario. Pensamos que tenemos el control de la situación y realmente todo está sujeto por finísimos alfileres que se pueden desajustar en un solo instante. Tanto Kahneman como Smith y otros economistas como Ariely o Tversky resaltan que el ser humano siente aversión al riesgo y que es frecuente que adopte la postura de «no querer ver», lo cual también explicaría las razones por las que actuamos como el pavo, especialmente cuando se entiende que la situación está fuera de control y que no se puede hacer nada. Ya dice el saber popular que «No hay peor ciego que el que no quiere ver».
Hay muchos ejemplos de esa forma de pensar y así durante muchos años los inversores españoles tuvieron una creencia ciega en que la inversión inmobiliaria estaría exenta de riesgos porque siempre habían visto subir el precio de los inmuebles. Y su creencia inductiva se cumplió hasta que dejó de cumplirse cuando el batacazo del año 2.008, momento en el cual muchos inmuebles perdieron el 50% de su valor.
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Ahora con las pensiones sucede algo parecido. Cualquier persona que tenga un mínimo raciocinio sabe perfectamente lo que va a suceder. En un país que tiene 16 millones de personas trabajando en el sector privado y 17 millones de personas cobrando mensualmente del Estado (Diez millones de pensionistas, tres millones y medio de funcionarios y otros tantos de desempleados), ni el más ingenuo puede pensar que la situación va a ser sostenible. Además, basta echar un pequeño vistazo a la pirámide poblacional para concluir que va a empeorar aún más en el futuro. Pero, actuamos como el pavo porque la transferencia bancaria vemos que sigue llegando mensualmente...de momento y porque no queremos saber lo que va a suceder.
El problema se agrava si, además, en lugar de coger el toro por los cuernos reduciendo drásticamente los descomunales gastos innecesarios y despilfarros que llevan a cabo el conjunto de las administraciones públicas, se opta por una huida hacia adelante en una situación que recuerda a la de aquella película de «Los Hermanos Marx» en la cual quemaban hasta los asientos de los vagones para alimentar la caldera de la locomotora. Una locomotora sin rumbo y que funciona por descontrol remoto.
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Volviendo a Russell, su legado fue muy variado como lo prueba el hecho de que cuando estudiábamos en Matemáticas la Teoría de Conjuntos y el Álgebra de Boole, gran parte de todo aquello había sido desarrollado en base a aportaciones suyas. En cuanto al pavo, de momento sigue engordando pero el horno ya está muy caliente y los comensales sentados. Todos saben lo que va a pasar, excepto el pavo.
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