De pelo en pecho

El remate ha sido la serie de fotos del presidente francés. Un book completísimo, que responde al concepto de 'actor 360' de Paquita Salas: Macron de existencialista parisino con jersey negro de cuello alto, Macron Madelman Comando, Macron abrumado por el peso del poder y Macron desparramado en el sofá, tan chulazo, socarrón y despreocupado como Belmondo. Y es en esta última imagen cuando salta la sorpresa: con la camisa entreabierta a lo tronista, se aprecia que Macron tiene tanta pelambrera en el pecho que parece que se le haya acostado un gato encima. Incluso más que Burt Reynolds en aquel desplegable para Cosmopolitan en el que aparecía desnudo, tumbado sobre una piel de oso y tapándose el mismísimo con una mano. Esta vez, la 'grandeur' gana al imperialismo yanqui. Por los pelos.

Macron convertido en tu compañero de curro, ese que ha quedado soltero y ha subido sus fotos a Tinder antes de que se seque la tinta del divorcio, es el descogurcie. Pero, a lo mejor, lo que hace es enviar un mensaje: va a enfrentarse a la ultraderecha a pecho descubierto. Mañana es la segunda vuelta electoral, y Marine Le Pen tiene pinta de ser lampiña, por descolorida y rubiasca. Espero que los franceses aprecien que «Donde hay pelo hay alegría».