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Los libros que vienen de China

Los libros que vienen de China

No son todos, pero sí es posible que sean ya los más vendidos, esos que a fuerza de ocupar espacios de todo tipo se convierten en dominantes. Las tiradas masivas rebajan el precio a cifras irrisorias, pues las manos amarillas cobran poco

Viernes, 21 de abril 2023, 01:09

No es que la literatura china tenga una gran influencia, ni que los escritores chinos sean seguidos y leídos, sino que el libro como objeto físico se imprime en aquel país o en Taiwan que es una pequeña China con un mercado aún más salvaje. ... Y es que, aunque no lo parezca, el mundo se ha orientalizado. Occidente sigue al mando, pero pierde comba y espacios, sumido en una crisis múltiple (social, económica, cultural, de valores...) que amenaza con ser infinita, aunque no amenacen derrumbes sus particulares muros de Berlín, esencialmente por falta de alternativas. El modelo neoliberal, basado entre otros en el dominio especulativo del mercado, ha beneficiado esa particular 'orientalización' donde se combinan totalitarismos y mercado libérrimo. La invasión de productos 'chinos' parece imparable en un mundo globalizado, donde las distancias han encogido y los productos encuentran menos fronteras que las personas. El mercado dominante es un ascensor que sube y baja a gran velocidad, de los sótanos del edificio capitalista a sus áticos más luminosos y glamurosos. La distancia se ha convertido en más estética que física. Así, de lugares con producción al estilo más taylorista se puede llegar a las mesas y escaparates de novedades editoriales. No lo son todos, pero sí es posible que sean ya los más vendidos, esos que a fuerza de ocupar espacios de todo tipo se convierten en dominantes. Las tiradas masivas rebajan el precio a cifras irrisorias, pues las manos amarillas de momento son eficaces, rápidas, técnicamente bien preparadas y cobran poco. Así, mientras se dan premios literarios glamurosos y bien dotados en hoteles de lujo, al mismo tiempo que el autor explica el contenido de su libro, este puede estar fabricándose en lúgubres naves. Lo de inventarse una autora fantasma solo es el final del espectáculo. El bajo coste del producto y su masificación son elementos necesarios, donde contenido y continente, salvo excepciones, confluyen en un tipo de cultura y literatura banales. Aunque lo cierto es que no se puede negar que son el reflejo de un modelo social imperante, que desde luego cuenta con muchas complicidades, las élites, incluso las intelectuales en otros tiempos críticas, cobran y necesitan pistas de aterrizaje. La llamada industria cultural es cada vez más un simulacro de cultura, que al igual que otras industrias está dominada por la concentración de capital y el máximo beneficio en cada vez menos manos. Lo más grave de ese libro mercantilizado es la manipulación y la inteligente capacidad para ocupar espacios, hasta críticos o rebeldes y vanguardias, que, aunque minoritariamente, tenían un papel importante en nuevas formas expresivas, narrativas y artísticas.

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