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Los libros no libres

El mercado dominante no necesita arrojar libros al fuego: se ocultan, se les golpea o difama cuando es necesario, se les obliga a caminar por senderos poco transitados y, por mucho que griten, mueren en silencio

Miércoles, 24 de abril 2024, 02:00

La fotografía de un fuego inquisitorial al que se arrojan aquellos libros que molestan al poder dominante, ha sido una de las más poderosas representaciones de lo que es la barbarie. Pues como decía María Zambrano, «el libro de por sí es un ser viviente, ... dotado de alma, de vibración, de peso, número, sonido. Su presencia se acusa ya antes de verle entrar, llama a la puerta, simplemente, de una casa donde haya libros leídos, pensados, vividos». Pero como viene sucediendo en los últimos tiempos, en particular con el avance de su reproductividad técnica, se produce la paradoja de que aquello que podría suponer mayor libertad y democratización, se ha convertido en mayor poder y control para la élite dominante. Tan cruel y devastador como el fuego, pero blanqueado y con un rostro amable: se llama el imperio del mercado. Un mercado que por mucho que algunos lo llamen así y lo coloquen como su apellido, es de todo menos libre.

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