En contra de la costumbre de escribir este panfleto el domingo, lo adelanto al sábado, día del viaje de más de 3.000 sportinguistas que se trasladarán a Santander para consolidarse como la mejor afición. Sobre la buena acogida que tendrían ya asomó la cabeza ... el señor Revilla, presidente autónomo, para decir que nos quiere como a hermanos. No podría ser de otro modo, ya que 100 euros per cápita, o sea 300.000 en total, es el trasiego desde una ciudad arruinada a otra más floreciente. El señor Revilla debería obsequiarlos con esas anchoas que se encarga de repartir entre políticos, acompañadas de su correspondiente ración de perorata. Cierto que su perspicacia le sirve para hacer transacciones con la comunidad autónoma limítrofe, como cuando se llevó la conservera Albo de Candás para Santoña, pero a cambio nos regaló el oso Furaco para preñar osas pardas.

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Más en serio. Si la telepatía sirve para instruir a los que crucen la Tina Mayor, sepan que Cantabria, después del trasvase de Albo, aumentó a 1.300 trabajadores destinados a las conserveras, mientras en Asturias se limitaron a 180 empleos. Una enorme goleada. Si, como puede observarse en el mapa, ellos tienen la mitad de costa que nosotros, debería hacerse notar el desastre y asomar la vergüenza. Pero eso último no se espera. Si se consultan los datos de acuicultura y conserveras, debe uno acudir a la hemeroteca, y no a la consejería de agricultura y pesca para ver que de lo primero, acuicultura, en Asturias viven 86 trabajadores, en Cantabria 111, en Castilla y León 94 y en Galicia 4.276. Los pésimos horizontes y debacles se combaten con promesas y palabritas finas. Hasta que llegan los ERTE, los traslados de industrias y las laderas mal asentadas, que no dejan pasar trenes antes de las elecciones. Entonces nos quedan las verborreas y el reparto de culpas, con el aplauso asegurado de las 'mareonas' de los respectivos partidos políticos.

Mientras que aquí se piensa que lo importante es golear en las porterías del Sardinero, los políticos de las comunidades que nos rodean van a jugar sus partidos a la Moncloa, para reclamar y exigir. Tal vez dando a probar anchoas, pero sin necesidad de reptar por debajo de las puertas. Claro que siempre habrá una disculpa, con el apoyo de ciertos grajos, como los llamaba Valle Inclán. Para que tengamos mineral sin minas, bosques sin entresacar la madera, una costa con escasos buques y sin conserveras, fábricas que se fueron y otras que amenazan irse...

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