Imagínese ponerse sobre sus hombros una mochila de 25 kilos con todo lo necesario para aguantar 72 horas en medio de la 'nada'; amarrado a su cuerpo un paracaídas de 13,5 kilos y otro más pequeño, de reserva, de 6; además de un chaleco ... de otros 5 kilos, amén del casco, el fusil, la ametralladora... y con todo eso oprimiéndole se lanza al vacío para afrontar la tarea que sus superiores le hayan encomendado detrás de las líneas enemigas. Esto es realidad. Mientras trato de no caer con todo el material al suelo en medio del Campo San Francisco, en mi cabeza suena el 'Ardor guerrero'. «Estáis hechos de otra pasta», le digo a un militar del Grupo Logístico Paracaidista VI –presente en la exposición de material militar que hasta el domingo acoge el Bombé con motivo del Día de las Fuerzas Armadas–. «Esto es desde que naces...; mi compañero acaba de llegar del Líbano», responde. Pura vocación. Ardor guerrero.

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Como estos paracaidistas, los tres ejércitos, la UME y la Guardia Civil, sacan estos días su poderío y atraen a los ovetenses, algunos deseosos de sumarse a las Fuerzas Armadas. «La gente pregunta mucho por el tema económico, si se cobra más que en un bar; pero es que este es un trabajo diferente. Es vocacional», defiende una suboficial después de que un ciudadano quiera saber el sueldo de un soldado raso. «Esto tienes que sentirlo; no trabajamos por dinero», añade un comandante. Porque 'de amor patrio tienen henchido el corazón'.

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