Cuando siempre es invierno

La historia de Souleymane' es de esas películas absolutamente necesarias. Me atrevería a decir que de obligado cumplimiento. Escrita a cuatro manos por Delphine Agut ... y Boris Lojkine, que lleva, además, la dirección, da cuerpo cinematográfico a una de esas realidades sobre las que nos cuesta poner la mirada. La inmigración o más concretamente los inmigrantes, que en algún territorio dañado de la mente parecen no ser lo mismo. Pues bien el director francés nos obliga a mirar, a sentir, durante 93 minutos –inevitablemente, de drama– una incómoda verdad facturada, para convertirla en película, con la cámara al hombro, anclada a veces en un vehículo en marcha que sigue al protagonista cruzando París en bicicleta, de lado a lado. Las hechuras de 'La historia de Souleymane' están cosidas con austera dureza, húmeda, fría y sin embargo, gracias a la maravillosa interpretación de Abou Sangare y a una destreza técnica digna de elogio, no resultan ásperas, sino conmovedoras. Quizá sea esa la mejor manera de acercarse a la verdad del joven guineano que un día cruzó el mar y el desierto y está intentando lograr la documentación que le permita trabajar legalmente en Francia, porque aunque solo es una película, como todas, construida a fuerza de narrativa ficticia, ésta de Lojkine va repleta de verdades. Abou Sangare, con su desventura perseguida por el objetivo del cineasta francés, nos muestra un mundo lleno de invierno e insensibilidad. Y en ese negro lugar se desvelan otras miserias paralelas, como la economía adulterada con la que se ve obligado a alternar mientras obtiene el ansiado estatus legal. Recuerda esta película, llena de coraje, tenacidad y grandes gestos, que deja recados y muchas vergüenzas, al viejo cinema vérité, sin música que la acune ni la más mínima lírica que la calme. Sin duda, buena candidata a ganar este FICX que llega a su ecuador.