En 'La República', Platón advierte que la democracia, si no se fundamenta en la virtud y la educación, puede degenerar en demagogia. Según el filósofo, ... cuando las pasiones y deseos individuales dominan la vida política, la libertad se transforma en caos, y de ese caos surge la figura del tirano, el demagogo carismático que promete orden, pero acaba destruyendo la libertad.

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Esta visión encuentra ecos preocupantes en el mundo actual. El ascenso de regímenes autocráticos en China, Rusia e Irán, la fragilidad institucional de Ucrania, la represión sistemática en Siria y el conflicto interminable entre Israel, Gaza y Palestina muestran un panorama de inestabilidad creciente. En estos contextos, la democracia se ve desbordada o directamente anulada por liderazgos autoritarios o estructuras de poder militarizadas. La represión de derechos, el uso estratégico del miedo y la polarización son constantes.

A esto se suma el caso paradigmático de Donald Trump. Para Platón, Trump podría representar al «tirano democrático»: un líder surgido del pueblo, que se presenta como el salvador para gobernar EE UU como una de sus empresas y las de sus amigos, pero que erosiona las bases institucionales y promueve la división social. Su influencia, incluso fuera del poder, alimenta movimientos populistas y antidemocráticos en Occidente.

En Europa, mientras tanto, el rearme militar avanza, impulsado por la amenaza rusa y la inestabilidad internacional. La Unión Europea comienza a abandonar su visión pacifista, consolidando nuevas alianzas estratégicas y reforzando su capacidad defensiva.

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Hoy, como en tiempos de Platón, el mundo enfrenta la disyuntiva entre libertad y orden. ¿Puede sobrevivir la democracia en un entorno cada vez más hostil, o debemos repensar nuestras formas de gobierno y alianzas internacionales? La historia no está escrita, pero el debate ya está sobre la mesa.

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