Un legado de compromiso político, sindical y humano

Aníbal deja una impronta en su franqueza en la gestión pública, sin ambages ni dobleces, en un perfil que es poco frecuente, menos aún en política.

Escribir estas líneas no está siendo una tarea fácil, porque me toca hablar en pasado de un compañero, de un amigo, que sigue presente y que seguirá ahí por mucho tiempo, porque las grandes personas, y Aníbal era una de éstas, llenan espacios enormes que, en su ausencia, es necesario recomponer de algún modo.

Faltan palabras para expresar la tristeza de este día que, a pesar de que estábamos prevenidos, no esperábamos que llegara tan pronto y a destiempo, tras una lucha frente a la enfermedad en la que luchó cada batalla, día a día, tal y como él era: plantando cara a las dificultades y sin espacio para el lamento.

En estas líneas quiero aprovechar para trasladar mis condolencias, en mi propio nombre y en el de toda la militancia de Izquierda Unida de Asturias, a su mujer, a sus hijos y a toda la familia.

Hace poco más de un año, en una entrevista en EL COMERCIO, le preguntaban sobre su continuidad en política, con dos mayorías absolutas y la tercera que estaba por venir. «Si marcho no habrá diluvio», respondió sobre la posibilidad de que no encabezara la lista de Izquierda Unida a la Alcaldía, porque aseguraba, y con razón, que Mieres tenía un gran equipo para seguir su labor. No habrá diluvio, dijo, pero se equivocaba: hoy, cuando su adiós es el definitivo, llueve: en Mieres, en Izquierda Unida, en los corazones de tantas y tantas personas que le hemos conocido, disfrutado y querido. Hoy llueve también en Asturias y fuera de ella, porque su proyección excedió, con mucho, la del concejo que tanto quería y por el que tanto trabajó para hacer de él el mejor lugar del mundo para vivir.

Hasta siempre, alcalde, camarada, amigo. Hasta siempre, querido Aníbal.