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Hasta cuándo la Unión Europea pude seguir soportando la rebeldía del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán? Resulta bastante inconcebible que en una organización de esta naturaleza, fundamentada en la unión voluntaria de veintisiete países, uno de ellos se haya convertido en el que dificulta, ... cuando no obstaculiza, los acuerdos que adoptan los demás.
La unanimidad que exige el funcionamiento del conjunto tropieza continuamente con la negativa del líder ultraderechista húngaro, que, consciente del poder que le confiere su voto, obstaculiza una buena parte de los acuerdos que se plantean para afrontar los problemas que van surgiendo. El voto de Hungría es el dolor de cabeza de Bruselas.
El último episodio ha sido el consenso para frenar las importaciones de petróleo de Rusia, una decisión que causará problemas de abastecimiento a algunos, particularmente a Alemania, pero fundamental para completar el bloqueo económico a Rusia ante su agresión armada contra la soberanía de Ucrania.
Negociar con Hungría para sacar adelante algunos proyectos cruciales se convierte en una penuria diplomática y política. Ya se han impuesto sanciones, en el pago de los fondos distribuidos para paliar la pandemia. Pero en el caso de Hungría todo es inútil. Viktor Orbán, que gobierna con tácticas dictatoriales, es un nacionalista cuyas ideas encajan mal en la democracia europea.
Muchas personas, incluidos políticos de otros países, se preguntan cómo no se plantea su expulsión. Ganas, desde luego, no les faltan a los que tienen batirse a diario contra sus actitudes poco dialogantes. Pero eso es muy difícil. Aunque sea el miembro más problemático, expulsarle supone muchos obstáculos y lo más que se contempla es mantenerlo suspendido temporalmente de su voto.
Por supuesto que una buena parte de la situación es el ambiente de corte nacionalista, heredado de las tácticas de la Unión Soviética y que ha logrado mantener entre sus electores. Su política cuenta con amplios discrepantes, en su mayor parte intelectuales y moderados, pero la realidad y la tozudez de los nostálgicos cuenta con un amplio respaldo.
En las últimas elecciones generales, celebradas hace escasas semanas, su triunfo fue arrollador.
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