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Orgullo por 'mi' arzobispo

Jueves, 16 de junio 2022, 02:05

Todos tenemos un pasado y del mío puede dar cuenta, si me dedico a buscar entre las cajas de lata que alguna vez albergaron colacao, una foto que estará tan desvaída como la memoria del tiempo del que procede. Y allí, en ella, bajo el ... sol férvido de Burgos en agosto, rodeados de las tiendas de campaña que por entonces reunían en torno al monasterio de Santo Domingo de Silos a jóvenes de toda España, en esa foto, digo, estaremos don Gabino Díaz Merchán y yo, con alguno más de los asturianos que participábamos en aquella acampada. La memoria tiene esos caprichos, recuerdas con total claridad determinados detalles y otros se te pierden en una niebla difusa que parece diluirlos. De aquel día recuerdo vagamente las circunstancias, muy vagamente cualquier conversación, pero guardo, con total precisión mi sentimiento de orgullo por 'mi' arzobispo, el de Asturias, que se había acercado a visitarnos. Y lo del orgullo tenía su explicación. Estábamos en 1979, y entre la pervivencia de modos y maneras que procedían de tiempos pretéritos, y una transición con complicaciones, sabíamos que en Asturias teníamos la suerte de tener un arzobispo que parecía traer consigo el equilibrio. Aquella impresión, del primero de un puñado de encuentros que luego se produjeron por otras razones familiares, no hizo más que confirmarse. Y aunque la suya nunca fue la postura que tanto nos apasionaba por entonces, de los curas obreros o de teólogos de la liberación, incluso aunque sospecháramos claras diferencias con ellos, supimos entender, valorar y, desde luego, echar de menos después la humildad, la inteligencia, de Gabino Díaz Merchán, su manera de estar en el mundo en plena coherencia con lo que creía, y con respeto por aquellos que algunos se empeñaban en colocarle justo enfrente. Fueron muchas las ocasiones en las que nos demostró que contra ese frentismo que tantos estaban dispuestos a mantener y a incrementar, tenía él empatía para repartir, y sobre todo lucidez para conocer cómo moverse fomentando el diálogo y los acuerdos, sin imponer, sin renunciar. Hay cosas que han cambiado (y tanto) con los años, pero la adolescente de las trenzas de entonces no ha tenido que anotar entre sus decepciones la que pudiera haberle proporcionado aquel que recordábamos en la liturgia de cada misa: 'nuestro obispo Gabino'.

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