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De la ocurrencia a la pesadilla: el género neutro

Con el cuento de lo inclusivo, se comienza a retorcer un lenguaje que, pasándose por el forro a la RAE, devendrá en unas arenas movedizas escolásticas, una jerga como la que utilizaban los inquisidores y en la que nadie estará seguro

Domingo, 9 de mayo 2021, 22:25

Si es usted uno de los que se ha reído a gusto con la última chorrada de Irene Montero, aquello de «niños, niñas, niñes», permítame advertirle de que corre el peligro de que la sonrisa se le congele en la cara. A veces, lo grotesco ... tiene sus raíces hundidas profundamente en territorios de pesadilla, como es el caso. La ultraizquierda pija-identitaria se ha lanzado en pos de una nueva cruzada inquisitorial, y su murga nos va a dejar más fritos que un jurel. Al darse cuenta de que el resentimiento de clase ya no define el monopoly político, y de que el turrón está ahora en lo identitario, sus nuevos rituales se definen, entre otras cosas, por una neolengua, esencial para que el culto al agravio y la diferencia se perpetúe. El disparate comenzó en Estados Unidos, como casi siempre, con la cultura de la cancelación, el 'empowerment' (ya saben de dónde ha salido la matraca del 'empoderamiento'), el racialismo, etc. No obstante, esto ya venía de antes, y si rascamos un poco, surge un sospechoso habitual: la posmodernidad.

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