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Mi intención era escribir sobre el futuro como un tiempo mejor para la mayoría, sobre todo en nuestra parte del mundo privilegiada, y así lo ... hice, alegando la desconfianza que me invade cuando escucho el horror del tiempo presente, pues esto ha sido lo que tradicionalmente siempre nos han repetido los mayores que nos preceden: la quiebra de los sistemas, la pérdida de valores, la juventud sin futuro... Y me ocurrió que una vez terminado el artículo con sus argumentos y su optimismo hacia lo nuevo, mi emoción cambió y ahora no me identifico con lo escrito. Es una discrepancia conmigo misma que intento resolver aquí. Y que de momento hace que guarde mi optimismo en un cajón.
Este mundo nuevo que se nos presenta da miedo, y creo que este temor no es sólo el habitual de cierta edad, es algo más. Los avances tecnológicos y muchos sucesos nos superan, el mundo realmente es cada día otro para todos. Nada queda que podamos atrapar, ni tiene sentido hacerlo. Un mundo rápido, donde no te detienes y no recuerdas, donde no tocas y no hueles, donde no amas verdaderamente y en el que la memoria es sólo una bella palabra. No tenemos tiempo para preocuparnos, las guerras y los desastres pasan a nuestro lado sin tocarnos y nos acostumbramos a la muerte como si no fuera tal. Nuestro ombligo es el centro del mundo y no sabemos tampoco cuidarlo. Dejamos que nos manipulen mientras podamos consumir. Competimos y cada vez nos queremos menos. Otros deciden por nosotros. Estamos cada vez más perdidos, más expuestos y no sabemos ni siquiera de quién tenemos que protegernos. Muchas mentiras. Nuestro punto de vista está demasiado alimentado, y cada vez estamos más embrutecidos, y lo peor es que lo intuimos, pero nos da igual. Escuché a una amiga comentar: «Esa noticia es muy tendenciosa, y sí, lo sé, pero me da igual, es de mi tendenci». Sabemos que muchas veces actuamos de esta manera y así vamos. Cada vez más, nadie se atreve a alzar la voz frente a lo injusto, frente a lo políticamente correcto en su entorno.
¡Qué pena! En un mundo en el que podríamos haber conseguido mucho más, y que llegó a un lugar aceptable para la mayoría, con esfuerzo y sufrimiento de muchos; ahora, todo se tambalea y tenemos tanto miedo..., pero hasta al miedo le damos la espalda.
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