¿El nuevo Lehman Brothers?

El gran temor es que el posible impago de la inmobiliaria china Evergrande pueda generar en la primavera una especie de 'bola de nieve' semejante a la que se produjo cuando quebró el banco de inversión estadounidense

Sábado, 25 de septiembre 2021, 20:42

Cuando Estados Unidos se resfría, Europa se acatarra». Eso se decía antes, pero los tiempos han cambiado y el nuevo paradigma es «si China se resfría, el resto del mundo coge neumonía y Europa entra en la UCI». Y el sector inmobiliario chino ha pillado ... algo más que un severo resfriado.

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Evergrande es un holding gigante chino, dedicado a múltiples áreas, pero que tiene su principal fuente de negocio en el sector inmobiliario. Fundada en 1996 por Xu Jia Vin, décimo hombre más rico de China según la revista 'Forbes', Evergrande tiene más de 200.000 empleados, genera casi cuatro millones de empleos indirectos, cuenta con proyectos de construcción en más de 280 ciudades y hay más de 12 millones de chinos que viven en una casa construida por esta empresa. Los aficionados al fútbol, la conocerán por ser propietaria de uno de los equipos más fuertes de la liga china, el Guangzhou, ciudad en la cual Evergrande tiene su sede principal.

El gran temor es que el posible 'default' o impago de Evergrande podría generar en la primavera una especie de 'bola de nieve' o efecto sistémico en cadena, semejante al que hubo cuando Lehman Brothers. Pese a que los directivos aseguran que todo va bien, las acciones se desploman día tras día en la Bolsa de Hong Kong, llegando su valor al punto más bajo de la última década, y sus efectos tipo dominó o tsunami se dejan sentir ya en otras inmobiliarias chinas, así como en las bolsas asiáticas y occidentales. Incluso la agencia de calificación S&P Global Ratings advirtió de que la empresa está al borde de la suspensión de pagos, mientras que otros agentes financieros son más optimistas. Lo que preocupa del grupo Evergrande no son los pagos inmediatos, sino los que tiene que realizar en los próximos 12 meses y parece difícil que pueda afrontarlos, salvo que procedan a refinanciar la deuda. Pero para hacer eso los mercados tienen que estar dispuestos a comprar las obligaciones o bonos que emita la empresa, cosa que ahora mismo no parece probable. Otra solución sería que la banca china le concediese financiación, pero en ese caso estarían trasladando el problema al sector financiero, lo cual podría ser aún peor.

'El gran rinoceronte blanco', como es conocido por aquellos lares el grupo Evergrande, está ante una situación límite y la 'prueba del algodón' es el mercado de bonos, el cual es muy indicativo. Los bonos de Evergrande a un atractivo 9,5% anual, con vencimiento en marzo del 2024, ya cotizan con un descuento sobre el nominal de más del 80%. Es decir, invirtiendo 20 dólares se puede cobrar un cupón anual de 9,5 dólares y al vencimiento, en marzo del 2024, cobrar los 100 dólares del nominal en lugar de los 20 invertidos. Lo normal es que no haya semejante ganga en el mercado y lo que hay que pensar es que dicha cotización está avisando de un gran riesgo de impago o insolvencia. En ese caso, el bajísimo precio y la altísima rentabilidad que ofrecen dichos bonos serían solo el precio del riesgo que asume quien los compra. Dicho de otro modo, los mercados ya tienen claro que Evergrande va a reventar.

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El escocés John Mirrlees fue galardonado con el Premio Nobel de Economía del año 1996, compartido con el canadiense William Vickrey, por sus brillantes aportaciones en el campo que los economistas denominamos como 'Riesgo Moral', es decir, «aquella situación en la cual las consecuencias de los actos de una persona los sufre otra». Eso sucede por ejemplo, con el gasto público, ya que los políticos gastan el dinero que no es suyo, y sus despilfarros los tienen que pagar los contribuyentes con sus impuestos o las siguientes generaciones, mediante una herencia negativa en forma de deuda pública. En el caso de Evergrande, si el gobierno chino acude como rescatador estaría parando un tsunami muy peligroso, pero con el dinero del contribuyente, y dando alas a conductas temerarias de otras empresas en el futuro. La otra opción es dejar que todo siga su curso normal y en ese caso los bonistas perderán su dinero y se contagiará el problema a otras inmobiliarias y al sector financiero.

Difícil elección para un país que aspira nada menos que a encontrar una tercera vía, una especie de 'Capitalismo de Estado Tecnológico', para superar el viejo dilema entre la 'desigualdad occidental' y la 'ineficiencia comunista'. Pero allí cuentan con una gran ventaja y es que adoran la meritocracia y aquí, en cambio, la burocracia. Rima, pero no es igual.

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