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Por si alguien dudaba del instinto de conservación de Pedro Sánchez, ahí deja la remodelación del Gobierno. Siete caras nuevas en el Ejecutivo y salidas sin contemplaciones de quienes durante un tiempo pudieron presumir de ejercer como mano derecha o izquierda del presidente. El jefe ... del Ejecutivo ha comenzado la reconstrucción de España por el Consejo de Ministros. La intención proclamada, una profunda renovación para afrontar un tiempo marcado por la necesidad de gestionar la millonada europea a la que España fía su futuro y el líder socialista, buena parte del suyo. Pero esta crisis, sin ser la primera, es la de mayor calado, no solo por el número de cambios, sobre todo por la intención de los mismos. Sánchez quiere iniciar otra partida con piezas nuevas en su ajedrez político, así que ha prescindido de las inútiles, las desgastadas y las que diseñaron las jugadas más erróneas. Llegan caras nuevas, procedentes en buena medida del municipalismo, apuestas de futuro de un presidente que, tras la salida de Pablo Iglesias, ha tenido la remodelación mucho más fácil. No habrá críticas de Podemos a una apuesta joven, feminista y que no toca sus carteras. Serán ellos mismos los que gestionen sus necesidades políticas.
La derrota de Madrid y el declive en las encuestas también se ha llevado por delante al estratega Iván Redondo, otra víctima del 'efecto Ícaro' tan frecuente en la política. Su marcha supone una concesión a su propio partido, que sufrió en silencio los errores de cálculo del jefe de gabinete, sin críticas públicas, pero con el mal sabor de que sus advertencias merecían más crédito. El PSOE se asienta en un Gobierno más político y arranca al mismo tiempo su propia evolución. Dejan su cartera dos pilares del equipo con el que Pedro Sánchez inició la reconquista interna, Carmen Calvo y José Luis Ábalos, los ministros con más experiencia política, pero con menos éxito en su gestión. Ahora la escala de mando estará mucho más clara. En el Gobierno, por supuesto, pero también en el partido.
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