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Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y los precios del mercado inmobiliario demuestran tal ... afirmación. Desde el año 2.007 arrastramos las consecuencias de la explosión de la burbuja inmobiliaria que saltó por los aires cuando las hipotecas «subprime» ocuparon las portadas de la prensa mundial.
Desde entonces, los bancos centrales (BCE, FED, etc.) inundaron el mercado de dinero, compraron deuda pública en cantidades ingentes y mantuvieron artificialmente los tipos de interés al 0%, todo ello para evitar una quiebra en cadena de las entidades financieras y de los estados que hubiese supuesto una crisis económica semejante a la habida cuando la Gran Depresión posterior al «Crack del 29». Pero, ese oxígeno o respiración asistida se va a cobrar un alto precio ahora.
El mercado del dinero es un mercado como otro cualquiera y quien alquila algo se supone que cobra un precio por dicho alquiler, pero en los mercados financieros hace años que no es así y quien presta dinero (ya sea el banco a un cliente, el depositante al banco, el ahorrador al Estado, etc.) lo hace cobrando un tipo de interés irrisorio que no compensa el riesgo asumido. Esa situación ya era anómala, pero la llegada de una inflación galopante, motivada justo por la escasez de oferta y por las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales, ha llevado esa situación anómala a un extremo surrealista ya que una persona puede endeudarse al 2% en cualquier entidad financiera mientras que la inflación supera el 8%. Es decir, quien se endeuda gana mucho dinero y quien lo presta pierde. Dicho de otro modo, el alquiler del dinero tiene un precio real negativo. Lo nunca visto, algo realmente malsano y que provoca muchos desequilibrios económicos.
Ante tal situación un ahorrador se encuentra con que no tiene ninguna alternativa mínimamente atractiva para colocar su dinero y protegerse contra los efectos de la inflación, quedando el mercado inmobiliario como único refugio. Eso hace que muchas personas piensen que es interesante colocar sus ahorros en inmuebles, e incluso que otros muchos lleguen a la conclusión de que es mejor comprar viviendas, endeudándose porque realmente se paga un precio real negativo por el alquiler de ese dinero. A partir de ahí, ya están los ingredientes necesarios para la formación de una nueva burbuja inmobiliaria en la cual estamos inmersos. El fenómeno no está sucediendo sólo en España, sino también en todo el mundo occidental y, en especial, en Estados Unidos, donde la FED ya advierte de dicha situación.
Otra fuerza que está empujando a los compradores de inmuebles a poner sus ojos en dicho mercado es el hecho de que cada vez parece más claro que la inflación se va a enquistar y que va a ser duradera porque la única manera que habría de doblegarla sería llevando a los tipos de interés a su nivel «normal», es decir, por encima de la inflación para que el alquiler del dinero tenga un precio real positivo. Pero, eso significaría poner los intereses en torno al 10-12% lo cual provocaría un shock económico sin precedentes. Ante tal situación, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía del 2.008 y economista de referencia para el actual gobierno norteamericano, ha sugerido que quizá tengamos que asumir una inflación en torno al 4-5% de forma estable, y que los tipos de interés oficiales sigan muy bajos. Dicho de otro modo, para evitar una crisis económica brutal, la solución es una especie de expolio silencioso que pagarán los ahorradores que tienen liquidez depositada en las cuentas bancarias, los cuales verán cómo año tras año pierden poder adquisitivo. En la misma dirección se pronunció Mohamed El Erian, un hombre con una trayectoria brillante en PIMCO (la mayor gestora de fondos de inversión de renta fija del mundo), en el FMI, etc., advirtiendo que dicha situación sería la menos mala a la que podemos aspirar en estos momentos.
Otro dato revelador del pronóstico que los compradores de inmuebles tienen respecto al futuro de los tipos de interés y de la inflación es que cada vez son más aquellos que prefieren conseguir financiación a tipo fijo que a variable, pese a ser mucho más cara inicialmente la de tipo fijo, porque con las previsiones que hay, amarrar una financiación a 25 años al 2% puede ser una operación extraordinariamente rentable para quien pide el dinero prestado. Claro está, siempre que lo coloque en un activo que esté protegido contra la inflación y en estos momentos a nadie se le ocurre otro que no sean los inmuebles.
La fuerza compradora en el mercado inmobiliario en España puede con todo, pese a tener una legislación tremendamente penalizadora para los arrendadores, que desalienta a cualquiera que se plantee alquilar, pero es que mantener el dinero en efectivo es firmar una muerte segura. Si no sucede nada que cambie radicalmente la situación actual, dentro de unos años, quien haya mantenido el dinero en efectivo tendrá lo mismo que quien conserve aquellos famosos «belarminos». O sea, nada.
Hay ejemplos didácticos que reflejan una situación mejor que mil páginas de texto escrito. En este caso, el ejemplo que si a un hombre que viene del molino le quitan su saco de harina, se enfurecerá y luchará a brazo partido para evitar que le roben, pero si le dan un pequeño corte en el saco, habrá perdido la harina poco a poco y cuando llegue a casa, el saco estará vacío. Y eso es lo que está sucediendo y el saco pierde harina a gran velocidad.
El gran gurú financiero Ray Dalio, vaticina que cuando los bancos centrales vean «el dolor económico y social que provocan sus medidas», frenarán pronto y los grandes damnificados van a ser aquellos que tengan dinero en efectivo. O sea, los poseedores de los nuevos belarminos.
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