La prepotencia europea en el 'caso Sancho'

Si ya es difícil el juego de las cartas en el ámbito penal, se vuelve imposible cuando quieres jugar con tus criterios y normas en un lugar donde el código penal es otro y su base conceptual, diferente

Martes, 17 de septiembre 2024, 02:00

Paletos, así define Frank de la Jungla a los abogados figurantes de Daniel Sancho en el caso penal más interesante de los últimos años, y no sólo por el perfil psicopático que nos muestra –un tío atractivo, moderno, guapo y con mucho estilo, que es ... capaz de comprar en un supermercado los enseres del crimen cual filme–, sino por el entramado mediático, familiar y sensacionalista que lo rodea. ¡Y lo que queda!...

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Son dieciséis minutos de oro de Cuesta, que no cuesta entender. Pragmático, prosaico y al grano, como siempre, el naturalista se despacha a gusto en una entrevista accesible a todos diciendo lo que otros como yo hemos dicho en petit comité. Y que no me atrevería a mentar ahora si no fuese porque un tipo con un éxito indiscutible en el medio natural (donde se encuentran los verdaderos líderes) y, sobre todo, con un conocimiento puntilloso del sistema penitenciario tailandés, por lo que le toca directamente, se hubiese adelantado antes.

Habla del 'bigote barbudo' y la acompañante –que no atina, como nadie, a pronunciar su apellido– como dos que no han dejado de decir –y esto lo dice como diez veces– «gansadas» y que esto no puede ser menos que contraproducente para una estancia feliz y cómoda para el condenado a asesinato con premeditación, descuartizamiento y destrucción de documentos y que estas declaraciones son, una vez más, producto de la prepotencia europea.

García-Montes y Balfagón sólo han ejercido como asesores del verdadero letrado, de oficio, tailandés

Pero comencemos por el principio: una de las confusiones que ha interesado mantener en los medios de comunicación y prensa, ha sido denominar a los abogados Marcos García-Montes y Carmen Balfagón como «los abogados de Daniel Sancho», sin matizar que éstos no pueden ejercer la defensa letrada en dicho país y que en la citada causa ni han participado en los interrogatorios, ni han sido parte, sino que han ejercido como asesores del verdadero letrado tailandés, nombrado de oficio, tratado cuan testaferro.

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Hete aquí el primer error, esta jugada arrogante, decisión reflexionada y enfocada con una idea de etnocentrismo y de prepotencia, idea de superioridad profesional europea frente a un país al que se le considera manipulable y que ha acabado siendo una jugada fallida. Un farol que por excesivo te hace perder la mano.

Por el contrario, la opción correcta hubiese sido contratar unos abogados penalistas tailandeses, que conociendo a la perfección el proceso –así como los tipos penales y sus características, la jurisprudencia, sus formas y conceptualización de la reprochabilidad penal, forma de castigo, en definitiva su idiosincrasia– hubiesen barajado las posibilidades de defensa o en su caso de acuerdo de manera directa y doméstica, por utilizar una expresión aérea; porque si ya es difícil el juego de las cartas en el ámbito penal, se vuelve imposible cuando quieres jugar con tus criterios y normas en un lugar donde el código penal es otro y su base conceptual diferente.

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Segundo error: el urdir ahora la excusa de que la pena en vez de ser de muerte se ha conseguido por la defensa que fuese la cadena perpetua, es tanto como conformarse con la guinda del pastel pero sin el pastel, además de faltar a la verdad en tanto que la propia sentencia argumenta que esta conmutación se consigue por la colaboración y la confesión de Daniel Sancho en su primera declaración.

La arrogancia vacua es siempre muestra de incultura, porque como dijo el abogado y filósofo magnánimo Cicerón en Filípicas XII:5: «Cuiusvis hominis est errare: nullius nisi insipientis, perseverare in errore» –errar es propio de cualquier hombre, pero sólo del ignorante perseverar en el error–.

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