Nepote

Napoleón Bonaparte confió la corona de España a su hermano José. Felipe II confió las naves de Lepanto a su hermano bastardo Juan de Austria. Porque hermanos, primos, tíos, sobrinos y demás familia dan mucho juego a la hora del enchufismo, del nepotismo, del amiguismo y del tráfico de influencias. De manera que si en las alturas de la pirámide social y laboral dispones de padrinos que te hagan la cama, de una tacada podrías comprar mascarillas defectuosas a dos, y revenderlas a doscientos, aunque estén dañadas y no sirvan para proteger al público del covid. La ubre estatal, municipal o institucional dispone de pezones secundarios de los que algunos pícaros tiran subrepticiamente y, así, aprovechan el esfuerzo colectivo en su favor, con permiso de algún supervisor que también pilla cacho. Con lo que es fácil hacerse con rolex, veleros o lamborghinis, pues luego, y esa es otra, siempre habrá un limpiador de rastros de crimen, un 'cleaner' como el Harvey Keitel de Pulp Fiction, que dejará la biografía del ladrón como una patena, manipulando las conciencias a través de alguna prensa amiga, o de tertulias radiofónicas atiborradas de partidarios. ¿Ustedes han visto cómo en algunas radios ya han canonizado a nuestro Emérito aquellos mismos que demonizan sin piedad a cualquier choricillo que no pertenezca a su familia ideológica?