Fue allá por el mes de marzo cuando el ministro de Transportes endosó a su número dos la papeleta de anunciar que el anteriormente proyectado vial de Jove se iba al cielo de los proyectos sin concretar de esta villa marinera. Y, vale, es cierto, ... cuatro meses no son nada en una ciudad donde el tiempo de las infraestructuras se mide por siglos pero, al menos, sería bueno que a estas alturas no estuviéramos aún dándole vueltas al boli para el siguiente paso que, evidentemente, es una forma como otra cualquiera de marear la perdiz mientras pensamos la mejor solución… para decir que no va a haber soterramiento en Jove. Y así, como si fuera en el 'Tigres y leones' del entrañable Torrebruno, que todavía estaba en pleno apogeo cuando alguno de los grandes proyectos inacabados de Gijón se empezaba a gestar, ganará aquel que más chille: los vecinos de la zona oeste de esta ciudad o los de Carreño.

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No me cabe duda que sólo hay sobre la mesa del ministerio dos alternativas para el proyecto de acceso al puerto que, curiosamente, son las más baratas: en superficie por Jove o en superficie por Aboño. Desgraciadamente, el que menos proteste se va a encontrar con los camiones echando humo por su territorio. Se echará mano de la economía, de la urgencia de que lo impone Bruselas o de un idílico futuro con camiones eléctricos o a pedales. Pero nada de ello será verdad: la única alternativa acertada es soterrada y por Jove. Y, paradójicamente, con tanto retraso, aún hay tiempo.

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