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Reconozco que siempre me ha dado un poco de repelús el ambiente navideño: las decoraciones excesivamente cargadas, los altavoces con Manolo Escobar cantando a los peces que beben en el río o el Gatatumba remix, que nunca tuvo suficiente condena penal para sus autores. Sin ... embargo, quizás influenciado por la desaparición de elementos de destrucción masiva como las peladillas, o porque uno va cumpliendo más años de los que quisiera sumar, se acaba entendiendo que las ciudades deben tener una ambientación navideña adecuada, y que tan perjudiciales como la fruta escarchada son los mister Grinch con espíritu demagogo que propugnan una reducción o desaparición de las luces ante cualquier contingencia. Porque, al final, si vas de paseo en un ambiente lúgubre como si se hubieran muerto los Reyes Magos, no te entran ganas ni de comprar ni de tomar nada, y no hace falta que la ciudad entera sea la casa de Bernarda Alba como contrapunto a los excesos de otros lares. Dicho esto, hay que reconocer que esta villa marinera ha evolucionado para bien en lo que a iluminación y decoración se refiere. No somos Vigo o Mariah Carey, que viven sólo para Navidad, pero tampoco un velatorio. Se han hecho las cosas con tacto, gusto y sentido común, y repartiéndolo por toda la ciudad que, aunque nos queramos olvidar, en los barrios también hay vida. Así que sigamos por este camino y evitemos caer en el abuso de bombillas o en la nada de los que hacen de lo aburrido su modo de vida.
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