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Un montón de años después, el solar que ocupaba la Escuela de Peritos va a tener forma de algo, con permiso del aparcamiento en el que se había convertido y que tampoco es que viniera mal a esta villa marinera. Y, una vez más, la ... diferencia entre expectativa y realidad viene a demostrar que los cuentos de la lechera con ladrillo de por medio (véase 'solarón') suelen acabar un poco mal. En los dos años que el proyecto lleva vagando por los despachos, solo acelerados porque nos quedábamos, una vez más, sin fondos europeos, hemos perdido dos alturas de las inicialmente previstas y una sola empresa, una, se metió en la puja. Evidentemente, ha resultado ganadora sin complicarse como Facundo, el que corrió una carrera solo y llegó segundo: simplemente ciñéndose a las condiciones mínimas y sin ceder absolutamente nada en lo que a plazos de ejecución ni oferta económica se refiere, que no es una urbanización en primera línea de playa ni está destinada a ricachones precisamente.
Como ya ha habido poca ilusión con la fiesta de la adjudicación, tampoco será plan de recordar que, con la volatilidad del sector inmobiliario, una concesión a setenta y cinco años es como un brindis al sol pero, repito, no vamos a explotar los contados globos que se han puesto en la celebración. Alguno habrá que poner para captar 'otros públicos' si no hay candidaturas suficientes a ocuparlos, con ce. Y sin ánimo de ser agorero, tiene pinta de que no las va a haber.
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