Con el curioso título de 'Bombas para la paz', Antonio Román dirigió allá por los años cincuenta un divertido sainete en el que un singular armamento tenía la virtud de volver inofensivo a aquellas personas que recibían su ataque. Ya, sí, el argumento parece sacado ... de un mural de primaria con palomas y flores, pero pasábamos un rato agradable y punto, que para eso se trata de una película. Lo malo es que estas propuestas de baratillo han calado entre buena parte de los ideólogos de un mundo verde y no reparamos en gastos, ni en daños, a la hora de buscar la cuadratura del círculo. Que se lo digan a los habitantes de Ateca, Zaragoza, que vieron calcinarse prácticamente su término municipal completo y parte de diez pueblos vecinos, por una negligencia de la empresa de reforestación que iba a plantar doscientas hectáreas de bosque, una birria comparado con las catorce mil quemadas. Y todo, «para reducir la huella de carbono», esto es, por encargo de otras empresas que así limpiaban su conciencia ecológica. Se limpió la conciencia y pinares con décadas de vida, entre otras cosas.

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Todo este rollo viene a colación de la implantación, o no, de la planta de pirólisis en esta villa marinera. Hablar de pirólisis limpia es lo mismo que hablar de chimeneas verdes o de bombas para la paz. Es un proceso en el que se van a convertir plásticos en combustibles, principalmente. El problema es que el procedimiento dista mucho de ser limpio (prueben ustedes a calentar un plástico en casa y traten de soportar el olor, ya no digo el humo) y, como reconocen sus propios partidarios, está aún en vías de ser eficiente, si es que al final el producto reciclado se puede utilizar sin tratar, que igual ni eso. Todo ello sin reparar en pequeños detalles como que a la planta de Gijón se pretende traer residuos de fuera de Asturias, ignorando las normativas y sin entrar en el meollo de la cuestión: que en la zona oeste ya hay bastante contaminación y no va a colar decir que con otra ecomanzana y cinco kilómetros más de carril bici se va a paliar.

Hasta la fecha, el proyecto tenía el beneplácito del Principado y del anterior equipo de gobierno municipal que, como mucho, se ponía de lado ante la polémica. Con el cambio de sillones tras las elecciones, el escenario cambia porque incluso los socialistas gijoneses se muestran en contra. Si la planta de pirólisis, además de todo lo reseñado del procedimiento, no cumple la normativa ambiental, el destino del proyecto es muy claro. E incluso si la cumpliera, estaría por ver si merece algo la pena.

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