En el cumpleaños de Pepito no hay tarta suficiente. Hubo algún error de cálculo y dos gorrones que se apuntaron sin avisar. Manolín, que es ... un poco manazas, tiró un trozo al suelo al ponerse a repartir y también se sospecha que Nico se haya zampado una parte aprovechando la confusión. Hay quien propone poner algo de dinero a escote y buscar otra tarta en una gasolinera, otros proponen comprar algo que, aunque no sea una tarta, se pueda pasar como dulce y los padres de Pepito, como buenos divorciados, proponen cada uno una cosa diferente.
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La madre opina que se puede negociar que los del cumple de al lado cedan su parte de tarta aunque aparezca Hello Kitty en lugar del Capitán América, y el padre propone acordonar la zona de la tarta y limitar las raciones. Total, que el cumple de Pepito finaliza en tragedia, sin tarta, que acaba volando, con tirones de pelo y niños llorando.
Vamos a ver si explicándolo para niños se entiende mejor lo de la vivienda en España, en general, y en esta villa marinera en particular. La cuestión se soluciona, únicamente, con más oferta. Todo lo demás son parches. Lo que no se pueda hacer de un día para otra (vivienda nueva para alquiler) debe ser aprovechando lo que ya hay. Y esto último no pasa por asustar a la tía Amelia, que compró dos pisos en La Arena con los ahorros de toda su vida y ahora la ponemos de tiburona de la especulación, ni por decretar zonas tensionadas en barrios que languidecen o que intentan no ser meros dormitorios.
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