A dos metros bajo tierra

A favor de los técnicos de Transportes hay que valorar su capacidad para dar giros dramáticos al guion cuando parecía que ya no había más de dónde sacar. Otra cosa es dónde se pueden meter sus ideas, pero por respeto a los lectores, mejor mantener las formas. Traer ahora una trinchera, como premio de consolación, no hace más que añadir enfado por esta villa marinera en la que, por cierto, se echa en falta algo más de determinación del Principado, tan preocupado en cuestiones medioambientales por regla general, pero que en este asunto parece haberse metido también en una trinchera a evitar el fuego cruzado sin darse cuenta de que no es el mejor sitio si estás acosado por un lado y por el otro no te dan soporte.

Y aunque la intuición y la economía de daños hace pensar que se optará finalmente por enviar los camiones a Aboño (ya que, sin soterramiento, esto no puede salir bien, alguien pensará que es mejor que se enfaden en el municipio más pequeño) cualquier respuesta tibia en este punto del proceso puede hacer que parezca que damos por buena la trinchera. Pero como ya no se estila la bayoneta calada, mejor los metros bajo tierra. Pero tapados.