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El fallecimiento esta semana del canadiense Robert Mundell, Premio Nobel de Economía del año 1999 y padre intelectual del euro, resalta la soledad y desamparo ... de Europa y del área euro. Si alguna cara debiera aparecer en las monedas de euro de los diferentes países debería ser la de Mundell, porque su papel fue decisivo para la creación de la moneda única.
Robert Mundell nació en Ontario en 1932 y fue el segundo economista canadiense en ser distinguido con el Premio Nobel de Economía, después de William Vickrey. Mundell tuvo una dilatada trayectoria académica. Estudió en Vancouver, Washington, pasó por el MIT y por la London School. Brillante y didáctico, dejó huella ante sus pupilos en Chicago y en Stanford, para acabar en Italia, país del que se enamoró, y acabó sus días en la ciudad de Siena, donde poseía un castillo que rehabilitó. Su brillante hoja de ruta incluye también servicios prestados al FMI, ONU y al Banco Mundial.
Si algo distinguió a Mundell fue su capacidad ecléctica, a caballo entre corrientes de pensamiento económico tan diferentes como el monetarismo, el keynesianismo y el neorricardismo, razón por la cual recibió críticas desde los dos lados de la orilla. Dentro de la influencia keynesiana estaría el famoso modelo 'Mundell&Fleming', el cual perfecciona el mítico modelo 'IS-LM' ideado por John Hicks, también Nobel de Economía de 1972, que estudiábamos en las facultades de Economía.
Dentro de su legado, está su famoso 'Triángulo de incompatibilidad de Mundell', que afirma que un país no puede combinar simultáneamente tres variables que son: «El tipo de cambio fijo, la libertad de flujos de capital y una política monetaria independiente». En algunos casos, la realidad condujo a no manejar ninguna de las tres variables y a pensar solo en una huida hacia delante de más y más gasto público, inicialmente con la idea de estimular la demanda, pero que en la práctica se ha convertido solo en una forma de clientelismo electoral que pagarán las siguientes generaciones. Mundell defendía más integración europea y fiscalidad armonizada, o sea, todo lo contrario de lo que hay, ya que cada país europeo va por libre y dentro de cada país también hay grandes diferencias normativas y fiscales. Por eso en Europa, y sobre todo en países extremadamente descentralizados como España, somos una 'jaula de grillos' mal avenidos.
Mundell era un firme defensor de las ventajas de la pertenencia a las ZMO (Zonas Monetarias Óptimas), como forma de estabilización económica y llegó incluso a proponer el lanzamiento del DEY, una moneda mundial que sería una combinación de dólar, euro y yen. Ese proyecto nunca llegó a llevarse a cabo y la 'Y' del yen más bien habría que cambiarla por la del yuan chino.
Aunque el eclecticismo de Mundell lo hizo inclasificable, si hubiese que encuadrarlo en alguna tendencia concreta estaría más cerca de la bautizada por Wanniski como 'Economía de la oferta' ('supply-side economics'). Es decir, con matices, estaría en la línea de su discípulo Arthur Laffer, en el sentido de defender una participación reducida del Estado y una presión fiscal no abrasiva. Conviene recordar a los fundamentalistas del gasto público, que cuando Laffer dibujó en una servilleta su famosa U invertida solo dijo una evidencia y es que hay un punto de presión impositiva en el que se maximiza la recaudación fiscal y que tanto por debajo como por encima de dicho punto de presión fiscal, la recaudación disminuye.
Pero, la idea de Mundell de que el euro triunfase, como divisa y como zona económica, estaba cimentada sobre el hecho de que fuésemos realmente una ZMO (países con fluctuaciones económicas semejantes, precios y salarios flexibles, libertad de movilidad de mano de obra, etc.), lo cual no se corresponde con la realidad en la que se ha convertido el área euro. La gestión caótica y contradictoria con la que Europa está gestionando el problema del covid es una buena muestra.
Y para despedir a Mundell, nada mejor que una frase suya que dice así: «La educación y los conocimientos son la base de todo en una sociedad, porque aportan libertad y riqueza. La ignorancia genera pobreza y sumisión». Por eso el deterioro acelerado del sistema educativo, la tendencia al aprobado general y la 'paguina' para subsistir y tapar la boca no son la solución.
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