Todos los veteranos que aún resisten recuerdan los dos entierros más multitudinarios que hubo en Gijón a mediados del siglo pasado. Uno de ellos fue el de la hija del llamado 'rey de los gitanos'; según dicen una mujer que por su gran belleza apodaban ' ... la Musa', y que un pariente suyo la cosió a puñaladas por enamorarse de quien no debía, de acuerdo con las costumbres de esta etnia. Hasta mi amigo Nemesio Lavilla, que luego pasó a ser Pedro Luis, le dedicó un poema que decía tal que así: La pobre vivía en Gijón/ junto a la fábrica del gas, / mano izquierda según vas /camino del Infanzón. Y ya no me acuerdo de las otras estrofas.

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El otro entierro verdaderamente multitudinario fue en 1946, para despedir a José Manuel Rodríguez, fundador, director y actor de la Compañía Asturiana de Comedias. Aunque nacido en Parres, su vida, que fue corta, ya que murió a los 43 años, se desarrolló toda ella en Gijón, siendo una de las personas más populares y queridas en Asturias. Capitaneaba aquel elenco que hacía reír en tiempo de penurias, junto a Aurora Sánchez, Donorino García, Rosario Trabanco, y tantos otros, que hablaban en el bable paladino que cada cual hablaba con su vecino. El de Eladio Verde, que así se entendían los playos; el de Emilio Menéndez y José Víctor Carreño, que introducían algún vocablo distinto; el de Manuel Antonio Arias, padre de mi amigo Luis Arias Arguelles-Meres, que se nos murió no hace mucho. Y algunos autores más. Para mayor información pueden encontrar los archivos que donó la familia de José Manuel en el Museo del Pueblo de Asturias.

A José Manuel Rodríguez lo enterraron de madreñas, para que fuera al otro mundo tal como era, con su teatro y su gracia. O sea, la Asturias que amó y que consiguió popularizar en su habla y sus costumbres desde el Eo a Tina Mayor. Lo entendían y lo aplaudían en los sitios en que hablaban un dialecto distinto al suyo, o en castellano. Aquello era una forma de intercambiarse y sentirse en Asturias, y también fuera de Asturias. Incluso pocos años después de la muerte del fundador de la compañía, sus integrantes viajaron a América a representar las obras del repertorio. La mismas obras y en el mismo dialecto.

Desde los años 40 en la escuela, y hasta los años 70 en los teatros, yo representé obras en bable, sin que nadie lo impidiera. ¿Hasta cuándo catilinarios, vais a agotarnos la paciencia diciendo mentiras? Conseguid la oficialidá de una puñetera vez; pero no convenceréis a nadie de que eso no es un invento vuestro.

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