Debemos partir de un hecho: el Senado nunca ha cumplido con la función para la que se creó. Es decir, ser una cámara territorial. Las disputas entre las distintas autonomías y el Gobierno central tendrían que dirimirse en su seno. Si uno elige a un ... senador de una determinada circunscripción es para que le represente. Desde luego, no para que los partidos utilicen la institución como comodín de sus intereses. Dicho de otra manera: buscarle una salida a determinadas personas que no encuentran acomodo en otros lugares. Es muy fácil ver en el Senado a políticos que han dejado su cargo, o a quienes se les ofrece un puesto cómodo para que no causen más problemas, o a quienes no han conseguido escaño como diputado. Es por esto, claro, que esa función la está realizando el Congreso. Que cada vez haya más grupos nacionalistas o regionalistas se debe precisamente a que en la Cámara baja es donde se parte el bacalao. Turolenses, cántabros, canarios, valencianos, gallegos, etcétera. A los que se suman los grupos de toda la vida. A la postre, nacionalistas vascos y catalanes que consiguen año tras año regalías de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Digamos, por tanto, que el lobby de presión se encuentra en la propia negociación presupuestaria. O sea, donde se reflejan las partidas y luego se ejecutan de verdad.

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Como en Asturias estamos escasos de esto, tenemos que conformarnos con las pataletas. Esto es, que a mitad del ejercicio vemos que apenas se ha ejecutado un 41% de una inversión estatal menguada, montamos comisiones de seguimiento entre el Gobierno central y Principado. Todo ello, después del tour que durante el mes de junio llevó a nuestro presidente, Adrián Barbón, por distintos ministerios preguntando por lo nuestro. En resumen, la reunión entre la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez García, y el propio Barbón, tendrá una cosa segura: buenas palabras. A partir de ahí desconocemos si irá acompañado por los hechos. Desde luego, no lo parece a tenor del borrador de los PGE para 2023. Nos asigna 420,88 millones de inversión con un aumento destacado en lo referente a las cercanías ferroviarias. Ahora bien, nunca se ejecutan. Recordemos que al actual ritmo tardaríamos 40 años en completar el plan trazado desde Madrid. Motivos hay, pues, para reclamar. Eso sí, como digo, otros utilizarán la vía de presión presupuestaria y conseguirán bastante más. Yo diría que muchísimo más.

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