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Debemos partir de un hecho: el Senado nunca ha cumplido con la función para la que se creó. Es decir, ser una cámara territorial. Las disputas entre las distintas autonomías y el Gobierno central tendrían que dirimirse en su seno. Si uno elige a un ... senador de una determinada circunscripción es para que le represente. Desde luego, no para que los partidos utilicen la institución como comodín de sus intereses. Dicho de otra manera: buscarle una salida a determinadas personas que no encuentran acomodo en otros lugares. Es muy fácil ver en el Senado a políticos que han dejado su cargo, o a quienes se les ofrece un puesto cómodo para que no causen más problemas, o a quienes no han conseguido escaño como diputado. Es por esto, claro, que esa función la está realizando el Congreso. Que cada vez haya más grupos nacionalistas o regionalistas se debe precisamente a que en la Cámara baja es donde se parte el bacalao. Turolenses, cántabros, canarios, valencianos, gallegos, etcétera. A los que se suman los grupos de toda la vida. A la postre, nacionalistas vascos y catalanes que consiguen año tras año regalías de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Digamos, por tanto, que el lobby de presión se encuentra en la propia negociación presupuestaria. O sea, donde se reflejan las partidas y luego se ejecutan de verdad.

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