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Morir en Capri

Sabía que las penas y las culpas viajarían conmigo como un pesado fardo. No obstante, decidí echarme a andar, sintiéndome mitad humano y mitad autómata

Jueves, 1 de diciembre 2022, 01:41

Este año cumplo el 30 aniversario de mi visita a la isla de Capri. Era el otoño de 1992, el año que había dedicado a llorar por las esquinas, igualando el desamparo con el de los gatos famélicos que se ocultaban en la escollera del ... puerto. Hablando conmigo mismo encontré una pequeña luz en Italia; la atracción de ver lo que almacenaba en la memoria, de pisar las piedras por donde habían caminado los Césares o sentarme en las gradas de la plebe en el Coliseo. Los folletos de las agencias hablaban de Pisa, Roma, Florencia, Asís, Venecia, Verona, Milán... Y también el viaje optativo a Nápoles, con la inexcusable Pompeya y la legendaria Capri. Sabía que las penas y las culpas viajarían conmigo, como un pesado fardo. No obstante, decidí echarme a andar, sintiéndome mitad humano y mitad autómata.

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