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No es el momento. Es lo que más escuchamos últimamente a cuenta de la anunciada reforma del Estatuto de Autonomía de Asturias. En realidad, para algunos, nunca es el momento. Hay siempre cosas más importantes que hacer, aunque luego jamás se haga nada. Es la ... coletilla que siempre se pone por delante, cuando quiere abordarse cualquier avance en nuestro autogobierno. Aquí tal parece que queremos tener el mismo movimiento de una bicicleta estática: pedalear sin parar para luego quedarse en el mismo sitio. Aquí, como digo, el no hacer nada resulta incluso hasta un trabajo. Sin duda, luego no podemos quejarnos si el Estado ni nos hace caso, ni soluciona nuestros problemas. Asuntos que podemos resolver nosotros no tenemos por qué esperar a que lo hagan desde Madrid. Necesitamos adquirir las competencias que permite la Constitución, después de cuarenta años de autonomía. Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo?
No es una demanda de la calle. Ciertamente, argumento curioso. Siempre entendí -quizá de manera ingenua, no digo lo contrario- que los políticos deberían actuar con las luces largas. Es decir, ir un paso por delante de la sociedad en sus propuestas. A mí me resulta normal que un asturiano cualquiera de a pie no entienda el valor de un estatuto. De hecho, buena parte ni siquiera habrá leído el actual texto o quizá ni les suene. En otras palabras, no tienen por qué estar inmersos en la trama jurídica que sostiene nuestra autonomía. Sin embargo, es deber de cualquier representante público proponer y llevar a cabo su mejora. O sea, no hace falta que miles de manifestantes tomen las calles para pedírselo. La mayoría de las leyes nacen del poder legislativo sin ninguna presión popular. A eso se le llama tener visión de futuro y es lo que debemos exigir a nuestros políticos.
Será el germen del nacionalismo más irredento y reaccionario. Es el más sorprendente de los mitos y leyendas que surgen en nuestro paraíso natural, cada vez que nos metemos con cuestiones identitarias. Según parece, el que se cumpla la Constitución va a ser un problema de órdago. Oigan, no lo es en el resto del Estado, pero sí aquí. Dicen que nacerán partidos que reclamarán la independencia de España y hasta una banda terrorista. Por favor... En Aragón ya han iniciado el proceso de reforma de su Estatuto de Autonomía por quinta vez, ¿ha pasado algo? La cuestión no es más España y menos Asturias, sino más Asturias y más España.
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