Millonario en anécdotas
ISABEL SAN SEBASTIÁNPERIODISTA Y ESCRITORA
Viernes, 24 de junio 2022, 04:19
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ISABEL SAN SEBASTIÁNPERIODISTA Y ESCRITORA
Viernes, 24 de junio 2022, 04:19
El día que conocí a José Luis Balbín vi ante mí a un mito de la profesión. 'La Clave', su 'Clave', era el programa de referencia para cualquiera que anhelara ser periodista. Su forma de dirigirla, incisiva, valiente, sin cortapisas ni concesiones al poder político, ... el espejo en el que nos mirábamos los aspirantes a ejercer el oficio. Balbín era una leyenda viva. Un maestro a quien yo admiraba desde una distancia insalvable.
Transcurrieron los años y un día nos presentaron en Cudillero, su pueblo adoptivo y el mío, donde compartimos buenas charlas, risas, paseos y vistas al Cantábrico desde las alturas, en compañía de nuestros 'peludos' golden retriever, que también hicieron buenas migas. Entonces descubrí a José Luis, la persona oculta tras la figura pública, y ese hombre resultó ser más atractivo aún que el director y moderador del mejor debate que jamás veremos en televisión. Un hombre infinitamente generoso, como buen asturiano de sangre y de corazón. Un amigo divertido, millonario en anécdotas que compartía gustoso con un vaso de buen whisky en la mano. Un amante de la gastronomía, de cuya mano descubrí lugares mágicos donde era recibido con abrazos. Un seductor. Nunca dejó de ser un periodista de raza, asqueado ante la degradación de una profesión cada vez más sometida, pero no permitió que esa constatación lo privara de su buen humor.
Un día me invitó a la iglesia de Pravia, su localidad natal, donde una sobrina suya daba un concierto. Allí vi yo una placa dedicada a los 'Reyes Holgazanes' y le pregunté quiénes eran. «Unos reyes de la monarquía asturiana que, en lugar de combatir a los moros, les pagaron tributos como el de las cien doncellas», me contestó. Yo vi en esa historia material para una novela y le invité a escribirla. Su respuesta, guasona, estuvo a medio camino entre la caballerosidad y el desafío: «¡Escríbela tú!». Y así nacieron 'La Visigoda' y 'Astur', que él mismo apadrinó en el castro de Coaña, en una noche otoñal y al son del himno asturiano interpretado por una banda de gaiteros...
Esa es la imagen que siempre conservaré de José Luis Balbín. Leyenda inmortal del periodismo, encarnación de la mejor asturianía y, como diría Machado, en el buen sentido de la palabra, bueno.
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