Hay millares de progenitores angustiados cuando ven que sus hijos no resultan como lo habían previsto y deseado. Ante esta realidad voy a intentar, si puedo, aclarar un mal entendido que está detrás de este fenómeno frecuente. Los hijos no son fundamentalmente el resultado de ... la acción de los padres y madres, aunque ellos deben dar buen ejemplo y educarlos como mejor saben y pueden.
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Un hijo adulto es el resultado de diversos factores, teniendo estos diferente grado de influencia. Por una parte, es cierto que la influencia de los progenitores juega un papel importante, no se puede negar. Pero, además, está la herencia o la acción de los genes. Luego está la influencia de las circunstancias y de las compañías con las que los hijos van tratando. Y finalmente está el refrito, guiso o aprendizaje que hacen esos seres de todo ese conjunto de ingredientes.
Esto explica que hijos nacidos y criados en familias muy bien estructuradas y volcadas en sus hijos resulten un desastre. Y explica que hijos de familias desestructuradas e, incluso, desastrosas salgan ciudadanos ejemplares.
Pero como los padres poco o nada pueden hacer en manejar todos esos factores que no sean su ejemplo y educación, no deberían sentirse culpables si sus hijos no salen como realmente deseaban. En lo que sí deben centrarse y esmerarse es en hacer cuanto esté de su mano, cuanto sepan a su modo y manera para evitar que si el resultado no es bueno no se sientan hundidos por la culpa.
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Basta con que les hablen, adviertan y enseñen cómo deben hacer para ser ciudadanos normales y no dejarlos en manos de las redes. Vale con advertirles de los peligros que se van a encontrar. Con educarlos en la autonomía y el esfuerzo en lugar de allanarles siempre el camino y darles todo tipo de facilidades para evitar que sufran. Con reñirles a veces si se salen del guión pero también elogiarlos cuando se lo merecen, pues lo cortés no quita lo valiente. Con demostrarles el cariño y decirles 'te quiero' muchas veces para que se sientan amparados. Con ponerles límites a su afán de salirse con la suya para que se acostumbren, cuando la vida se los ponga. Con educarlos en el respeto a la autoridad, las normas y a los otros. No me da para más este espacio pero hay bastante para saber ser buenos padres con lo dicho.
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