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Leo en estas mismas páginas que el 85% de la ropa que desechamos los gijoneses acaba en la basura, mezclada en la bolsa negra con ... las mondas de las patatas que freímos para la tortilla, el tique del Alimerka y las povisas que se acumulan en el recogedor después de barrer la alfombra. Lo del reciclaje, que ya veo que no va con nosotros, no es que sea necesario para el medio ambiente, es que es necesario para nuestra economía familiar. Europa nos exige unos mínimos, y después de muchas prórrogas, se acabó la fiesta. Si no empezamos a reciclar ya como cosacos, nos atacarán el bolsillo a todos, no tendrán piedad. ¿Qué beneficio tiene que ese jersey con bolas que ya no se pone, querido lector o lectora, acabe ardiendo en un vertedero cuyo humo, además, respiramos todos, en vez de meterlo en el contenedor de Cáritas? No se resista, porque esto irá a peor. Hablan de premiar a los que reciclan antes de llegar con la rebaja definitiva, que consistirá en subir las tasas para pagar las bolsas de basura con etiquetina que identifiquen a su propietario, para ver qué mete dentro. Háganse a la idea de tener cinco cubos en casa: orgánico, papel y cartón, plásticos, vidrio y otro para el resto. Y nada de tirar el aceite por el fregadero. Todo, además, a través de contenedores inteligentes y la tarjetina ciudadana, con los que medirán cuántas veces tira usted la basura, dónde y cuándo. El 'Gran Hermano' de la cochambre se instalará en nuestras vidas. Pagar por emporcar será nuestro cruel destino. Quizás nos lo tengamos merecido.
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