Un gigante blanco de 14.000 metros cuadrados que, tras fulgurante arranque con Rosina Gómez Baeza al volante y Eric Berger en la dirección artística, fue golpeado por la crisis de 2008, dejándolo sin financiación y sin patronos privados, que han ido huyendo (todos) de ... un barco que, de no ser por las administraciones, se habría hundido hace tiempo arrastado por una deuda millonaria. De 2009 a 2013 fue Benjamin Weil su director, pero acabó dimitiendo, como lo había hecho antes que él Gómez Baeza. Óscar Abril, director entre 2014 y 2015, fue fulminante destituido. Tras un imponente lío interno con despidos y contrataciones irregulares de por medio en 2016, llegaría la etapa de Karin Ohlenschläger (parte artística) y Lucía García (gerencia) haciendo tándem entre 2016 y 2021. El centro se volcó en las residencias y los programas europeos y ganó prestigio, pero seguía ahogado por las deudas y no acababa de atraer públicos. Se decidió no renovar sus contratos –más de 100.000 euros en conjunto–, y contratar a Pablo DeSoto como director en solitario, para ahorrarse un sueldo. ¡Qué gran idea! Presentando buenos resultados artísticos, manteniendo el prestigio y aumentado las visitas, cuando todo parecía ir bien, se le acusa de chapucear con las cuentas y favorecer a su pareja, por lo que se le ha destituido. Se convocará de nuevo la plaza de director de Laboral Centro de Arte. Yo, de usted, me lo pensaría antes de presentarme. La maldición del gigante blanco de Cabueñes sigue cobrándose víctimas. Lagarto, lagarto.

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