'Todos a la cárcel'

Le propongo un juego. Imagínese que coge usted un avión en el aeropuerto más cercano hacia la capital del Reino. Desde allí, en el primer ... vuelo que salga del país, viaja usted a ciegas con destino desconocido. Repite la operación un par de veces en otros tantos aeropuertos y desembarca sin saber en qué lugar del mundo está. Entonces un taxi le lleva a una habitación de hotel, con una televisión y dos o tres periódicos del lugar, para a través de ellos descubrir, finalmente, en qué ciudad del mundo está. Pues bien, resulta que tanto la mujer como el hermano del presidente del Gobierno están declarando ante el juez acusados de corrupción, o al menos de beneficiarse de la posición de su influyente pariente. Y no solo eso. El fiscal general del Estado ha sido imputado por filtrar unos datos relativos al novio de la presidenta de la región más importante del país, que también sacó tajada, al parecer, de unos negocietes durante la pandemia. Hay además un empresario tirando de la manta que asegura que medio gobierno, incluido el anterior ministro de Transportes, se beneficiaba de chanchullos varios en la adjudicación de infraestructuras. Un expresidente de la región en la que acaba de aterrizar está también sentado ante el juez, dando cuenta de unas facturas que pasó hace tiempo a su partido, que le ha denunciado. Y así todo. Ninguno de los mencionados ha dimitido, ni se espera que lo haga. ¿Qué pasa aquí? ¿Es un 'remake' del 'Todos a la cárcel' de Berlanga? ¿De verdad no hay gente limpia en política? ¿Se nos está yendo de las manos esto de denunciar al oponente por cualquier cosa que se nos ocurra para desacreditarlo? ¿Cómo hemos tenido la mala suerte de, después de tres o cuatro escalas, haber acabado en el mismo lugar del que partíamos? ¿Qué es política, dices mientras clavas en mi imagen tu demanda azul? ¿Qué es política? ¿Y tú me lo preguntas? Política... eres tú.