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En México nunca se sube

FULGENCIO ARGÜELLES

Viernes, 23 de abril 2021, 01:30

México es el país donde todo es lo mismo, sólo que es distinto, asegura Manuel Arroyo-Stephens (1945-2020) en esta narración autobiográfica presentada a modo de cinco relatos breves, todos referidos al tiempo que el librero bilbaíno y fundador de la editorial Turner pasó ... en México, una tierra que atrae y marea al mismo tiempo, un país enorme en el que se habla «quedito» (y no «golpeado», como en España) y en el que hasta la mentira es mentira. El primer relato se refiere al encuentro del autor con un viejo pintor, excéntrico y mujeriego, Castañeda, barón de Beltenebros, que siempre salía de casa con un libro de Valle-Inclán bajo el brazo por su convencimiento de que el esperpento no es más que la otra cara de la realidad, la que nos devuelve el espejo. El alcohólico pintor leía greguerías por las mañanas, al mediodía comedias bárbaras y, por la noche, esperpentos. Un relato trepidante, con sabor a tequila y a esa comida mexicana que uno tiene la sensación de que ya alguien la tuvo en la boca antes. México es un país de cantares, un país en el que todos cantan y disponen de un gran repertorio para hacerlo continuamente. En el segundo relato el autor narra su encuentro con una cantante decadente y madura en un café teatro de Coyoacán. Ella cantaba allí cada viernes canciones de amor y de despecho, de orgía y de lamentos, y el público le hacía peticiones y la acompañaba en los coros. El autor se enamoró de la voz desgarrada de aquella mujer, de nombre Chavela Vargas, y se empeñó en traerla a España, y, superando muchas dificultades, así lo hizo, y ya sabemos lo que ocurrió después. Chavela fue aplaudida, solicitada y admirada y grabó discos e hizo giras importantes y definitivas gracias a Manuel Arroyo-Stephens. Un relato sorprendente y plagado de curiosas anécdotas. El más extenso y personal de los relatos refiere el tiempo que el autor pasó en una casa que se compró en la playa de Bellavista, cerca de Zibuatanejo, en el estado de Guerrero. Fiestas, amores, borracheras, cantares interminables y amistades tan entrañables como peligrosas, y como fondo una peculiar forma de vivir y de afrontar las penalidades diarias de la vida, una forma desenfadada y carnal de relacionarse. Como dice el autor, la memoria todo lo agranda, lo hace más fuerte, más vivo cuando una y otra vez lo reconstruye. Manuel Arroyo- Stephens, librero pasional y editor de libros prohibidos, escritor y aventurero, convirtió la memoria de su tiempo en México en buena literatura. Un libro hermoso con la resonancia de los corridos, el olor de las tormentas tropicales y el sabor del tequila. ¡Dios nos hizo muy borrachos, gritaba el pintor Castañeda, hágase su voluntad!

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