El mensaje evangélico, una realidad en su vida
MARÍA TERESA ÁLVAREZESCRITORA Y PERIODISTA
Sábado, 18 de junio 2022, 03:54
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MARÍA TERESA ÁLVAREZESCRITORA Y PERIODISTA
Sábado, 18 de junio 2022, 03:54
Tenía 96 años y aunque su avanzada edad le acercaba inexorablemente al final, su muerte ha sido sentida en toda Asturias, porque don Gabino supo identificarse como nadie con la tierra que el Señor quiso que pastoreara.
Llevaba más de veinte años jubilado viviendo en ... la casa sacerdotal, que él creó. Lo hizo de una forma discreta, sin intervenir para nada en la labor pastoral de sus sucesores. Algo que sin duda resulta difícil, pero que don Gabino cumplió de forma magistral.
Tuve la oportunidad de verlo y saludarlo alguna de las veces en las que asistí a la santa misa en la que él participaba como el más humilde de los sacerdotes acogidos en la casa sacerdotal. Confieso el bien que me ha hecho verlos celebrar la Eucaristía, y observar cómo en el momento de la consagración sus rostros se transformaban.
No he tenido mucha relación personal con don Gabino, pero sí conozco, como periodista y como asturiana, su trayectoria. Y también a través de sacerdotes que con él han colaborado. Siempre recordaré lo mucho que de él me hablaba don José Gabriel 'Pepito', que hasta el momento que nos dejó fue su mano derecha en las finanzas de la diócesis.
Pienso que don Gabino era un hombre sencillo, un hombre de diálogo que trató de dar forma en todo momento al mensaje evangélico.
Sí, estoy convencida de que el amor fue una constante en su vida. ¿Cómo entregarle al padre Ángel su cruz pectoral para que la vendiera, si no es por amor a los necesitados?
¿Por qué intentó apoyar a los trabajadores encerrados en la catedral a solucionar su situación, cuando tal vez lo más cómodo sería mirar para otro lado, si no es por amor a la concordia y a la paz?
Todos sentimos la desaparición de don Gabino, que fue hombre clave en los complicados momentos de los años ochenta y noventa en nuestra tierra.
He seguido con emoción, desde la distancia, el adiós que los asturianos le han tributado y me he unido a ellos en espíritu. Me he sumado a ese abrazo de agradecimiento por su labor pastoral, por su ejemplo cristiano.
Recuerdo la frase de la hermana de un arzobispo amigo, que dice que cuando se muere alguna persona buena, ella no se entristece porque seguro -apunta- que está en el cielo e intercederá por nosotros.
Doy gracias a Dios por don Gabino. Un cristiano convencido. Una buena persona que siempre intentó ayudar a los demás.
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