En el verano de 2019 tuve que enseñar la Universidad Laboral a mi familia no residente en Asturias. Nada sabían del edificio salvo, claro está, su porte majestuoso. O sea, la impactante silueta que lejos de ser imagen de Gijón, algunos quieren esconder. Durante la ... misma, fue inevitable hablar de su pasado y cómo la dictadura utilizaba la educación con otros fines. Ojo, ahí y en muchos colegios de aquella época que todavía existen en nuestra ciudad. De hecho, resulta imposible desligar una cosa y la otra. Esto es, que se vaya a visitar el monumento declarado Bien de Interés Cultural y no se hable de la dictadura. Sería como pasar por las pirámides egipcias y no mencionar a las dinastías de los faraones que las construyeron. Sin embargo, lo que de verdad me resultó difícil de explicar es la situación de abandono que todavía existe en ciertas partes. Por ejemplo, en la zona donde se iba a construir un malogrado hotel de cinco estrellas que nunca vimos. Recuerden que se llegó a inaugurar varias veces (con ágapes para las autoridades incluidos) una habitación piloto. O que el proyecto de Laboral Ciudad de la Cultura haya quedado reducido a muy poco, prácticamente nada. En concreto, al Centro de Arte y Creación Industrial, cuya cifra de visitantes es abrumadora: 79 pasaron por taquilla a lo largo de un año. Caro juguete de unos pocos, mantenido por el Principado y nuestro Ayuntamiento. De eso, claro, no se habla.

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Pues bien, cada vez que se quiere resaltar la parte monumental -en definitiva, la que atrae visitantes a conocerla- surge la polémica. Esta vez, por un panel colocado desde la dirección general de Memoria Histórica del Gobierno asturiano, donde lo importante, según parece, es recordar la falta de democracia en la década de 1940. Fíjense que hasta cuatro veces aparece la palabra «franquista» en el breve texto. Insisto, cuando resulta imposible desligar a la Laboral y su época. Esto ha producido el malestar de la Asociación de Antiguos Alumnos, al considerar que lo que allí se dice es inexacto y desprestigia al edificio civil más grande de España. Es más, si recuerdan, hubo una gran polémica al rechazar desde instancias municipales apoyar su candidatura a ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Ante el clamor popular, tuvieron que admitirla de mala gana y condicionándola a su «resignificación». Es decir, a que prime esa memoria selectiva tan particular.

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