La imagen del Sporting mejoró ante el Huesca, pese al sinsabor que dejó el injusto e inocente empate. El panorama puede verse esperanzador si el objetivo pasa a ser una temporada para una permanencia tranquila.
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La plantilla del Sporting encargada a Francisco Javier Vicente Rico ... como director deportivo se hizo para luchar por el ascenso. Ahora es una utopía, aunque la esperanza no debe perderse. El futuro se ve más complicado cuando se mira la clasificación, con el descenso más cerca que la liguilla. Es lo que tiene sumar sólo tres puntos en diez jornadas.
La trayectoria produce nerviosismo. Quizá sea la explicación de la última discusión con protagonismo de las dos cabezas más visibles del cuerpo técnico. David Gallego, con la fuerte tensión del empate, pagó con el vicepresidente Javier Martínez su inestabilidad en el cargo. Se vio reforzado por los aplausos al equipo que pensó que eran para él. En el caso de Rico, según los presentes, no estaba para intervenciones.
Lo de menos son los pormenores de los vodeviles. El espectáculo deja en evidencia la conducta de dos comediantes, capaces de negar sus episodios más propios de sujetos llegados del Bronx que de personas civilizadas. ¡En qué manos está este Real Club!
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Las reprimendas de Javier Fernández son paternales tironcitos de orejas, aunque el suceso en cuestión haya dejado atónitos a los presentes, incluida la representación del Huesca. Ahora sonroja a todo el sportinguismo.
Gallego es una persona cuya carga emocional no es equilibrada, con reacciones imprevistas, aunque tiene un vestuario sin carácter para frenarlo en sus salidas de pata de banco, como una demencial bronca tras perder en El Toralín. No era el sitio, ni el momento. Por lo menos, se disculpó con Javier Martínez y el club por el show que protagonizó el viernes.
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Javier Rico, con un estilo tabernario y ordinario, un carácter altanero y una actitud arrogante, tiene el respaldo del núcleo duro del consejo. O tenía, por lo menos. No es su primera trifulca en un campo de fútbol. Otra sonada que trascendió menos fue en Amorebieta, en la Copa, con un dirigente vasco. También suele tener insultos y amenazas para la prensa que no puede controlar. Le gustan los amanuenses.
El presidente conoce este desagradable comportamiento. El director deportivo no tiene calidad para estar en el engranaje del Sporting, pero mientras Javier Fernández no caiga de la burra veremos una entidad a la deriva, con falta de orden, disciplina y sentido. Si el presidente no es capaz de corregirlo es más conveniente que vaya pensando en dejar a otro que sepa.
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Con una eliminatoria copera a la vuelta de la esquina y el final de la primera vuelta con necesidad de puntos es mejor hablar de fútbol y olvidarse de los faranduleros. Una alegría fue el triunfo del Sporting B en Oviedo. Otra el del enderezado del juvenil de 'Caco' Morán. Esto es fútbol sin sainetes.
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