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Me inspira a escribir este artículo la reciente manifestación de la portavoz del PSOE Adriana Lastra, que dijo literalmente: «Yo siempre escucho atentamente a nuestros mayores, pero ahora nos toca a nosotros». Además de la polémica causada incluso dentro de su propio partido, sorprende que ... diga esto cuando en la mesa del Consejo de Ministros están sentados, por ejemplo, el sr. Castells, con 77 años; la sra. Celaá, con 70, o el sr. Planas, con 68. Ha de tenerse en cuenta también que la joven sra. Lastra no tiene ningún título universitario y tampoco experiencia profesional.
Imagínense a un soldado al que hoy le conceden una cruz laureada por sus méritos militares y, a continuación, los mismos que se la imponen proceden a su fusilamiento. Parece una barbaridad, pero, con todo el relativismo que se quiera, esto es lo que se hace con los jubilados o prejubilados de las empresas o con los eméritos universitarios. Por experiencia propia sé que en las empresas, hoy, se puede estar homenajeando y premiando a un trabajador por los objetivos que ha conseguido y, poco tiempo después, se procede a su prejubilación forzosa porque ya es 'mayor'.
En una España cada vez mas longeva, en la que no se puede admitir la discriminación por nacimiento, raza, sexo, religión o cualquier otra circunstancia personal o social, resulta que a muchos ciudadanos se nos está discriminando por nuestra edad. Y esto es así porque el jubilado o el mayor, aunque tenga una gran experiencia profesional o conserve grandes conocimientos y capacidades intelectuales, pasa a ser un ciudadano de segunda.
Pero, ¿qué se ha creído este viejo? ¡Que se vaya de una vez, que ahora nos toca a los jóvenes! ¡Tú lo que tienes que hacer es ir a casa y descansar! ¡Hala, a pasear y a jugar la partida! ¿Quién no ha oído alguna vez cosas como estas? La sociedad aparta al mayor para que no moleste y provoca en él la sensación de que es un inútil que ya no sirve para nada.
Es curioso que, por un lado, los avances médicos luchen para alargar la vida de las personas, haciendo que envejezcan en las mejores condiciones físicas y mentales, y por otro se las condene al ostracismo. Es algo así como estar preparando al mayor para participar en una carrera de larga distancia, en la que se le va a prohibir que participe.
Residencias de la ercera tedad, centros para la tercera edad, viajes para la tercera edad y diferentes guetos para la tercera edad tratan de compensar la marginación a la que se somete a los mayores, apartándonos del mundo profesional, de la creatividad, de la aportación de nuestra amplia experiencia a la sociedad. Los mayores, por nuestra edad, no podemos ser marginados, ya que tenemos más perspectiva que los jóvenes, porque enfocamos las cosas en base a experiencias vividas y, por ello, tenemos una visión mas global. Tenemos capacidad para transmitir valores y compromiso.
¿Por qué no se apoya más firmemente el envejecimiento activo? Está mas que demostrado que cuando los mayores seguimos teniendo actividad, tenemos mejores condiciones físicas y mentales y, en resumen, más bienestar personal. Estar implicado activamente en la sociedad y seguir contribuyendo con trabajo no retribuido después de la jubilación, aporta beneficios a todos. Me estoy refiriendo al voluntariado social que algunos practicamos.
Una estrategia de envejecimiento activo debería ser apoyada por las administraciones públicas, facilitando que los mayores se integren en ella, a través de políticas que los motiven, así como oportunidades para que desarrollemos nuestras propias formas de actividad.
Apartar al mayor de la actividad profesional y social es un derroche de talento, ya que se le está discriminando por su edad, dejando de lado su experiencia y sus capacidades intelectuales. Prescindir de ese mayor es antisocial, antieconómico e injusto. Como se decía en el manifiesto del Día Internacional de las Personas mayores, «la sociedad española necesita abrir de par en par las puertas a sus mayores (colectivo que representa la cuarta parte de la población) con vistas al aprovechamiento inteligente de su riqueza de experiencias y de sus capacidades. La discriminación por razón de la edad alcanza cotas de crueldad».
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