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La inflación está disparada en todo menos en la pólvora ajena, que sigue tan asequible como siempre ahora que parece que vamos a gastarlo todo ... en defensa. Tal vez por eso el Principado pretende solventar el problema de la vivienda a golpe decretar zonas tensionadas. Que los precios se disparan en el barrio, obligamos a los propietarios a alquilar más barato y asunto arreglado. El problema es que los propietarios (y las propietarias, claro está) no suelen ser el un Tío Gilito fumándose un puro debajo de una palmera sin rastro de picudo rojo, sino ciudadanos que pudieron haber ahorrado para completar con la renta de esa vivienda una pensión tirando a baja o la heredaron de su güela previo pago del impuesto de sucesiones. Y a los que están tensionando es a ellos y no al mercado. Meter en idéntico saco a esos vecinos con empresas que se dedican a convertir los cascos urbanos en gigantescos hoteles sin recepción es lo mismo que comparar mi cuenta corriente con la de Marta Ortega, que será de todo menos corriente. Y sobre todo dice muy poco de quienes deberían analizar todas las aristas de un problema que está llamado a convertirse en drama en vez de disparar, y volvemos al principio, con munición que no les pertenece. Lo que sí les pertenece, porque es de todos, es, por ejemplo, un parque público de viviendas que ya existe y que podría ser mayor. Eso y la responsabilidad de solucionar problemas sin crear otros.
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