Durante años pasé por delante del monumento de los Héroes del Simancas más preocupada por el examen de mates, el forro de la carpeta o aquel chaval de segundo que se parecía tanto a Indiana Jones que otra cosa. Durante años vi la misma cruz ... que hoy ven mis hijos cada mañana y cada tarde y ni a ellos ni a mí nos han salido, que se sepa, cuernos ni ademanes fascistas. Si acaso conocer el pasado, saber la historia de un edificio más que centenario, los hechos y hasta las leyendas –unas buenas, otras no tanto, algunas malas y otras peores– habrá servido para aprender, con suerte para no repetir errores. La memoria no es que sea imprescindible, es que es lo que nos convierte en humanos, y hacerla ley puede ser positivo hasta que la norma se 'talibaniza'. En puridad y si aplicamos la Ley de Memoria Histórica como algunos quieren aplicarla hoy a la escultura del Simancas, tendríamos que volar la Universidad Laboral al completo, por poner un ejemplo bien cercano. Si hasta las palabras cambian de significado y evolucionan por qué no iban a hacerlo también las piedras, a veces más flexibles que algunas personas. Querer eliminar ahora la obra de Moya y Álvarez Laviada para evitar que cuatro descerebrados celebren nada a sus pies es como hacer una hoguera con libros. Sería más sencillo hacerles entender que vivimos en una democracia y sus chorradas carecen de sentido. Con palabras o con sanciones, pero sin piqueta.
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