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Si yo fuera rica, o una oligarca rusa, que es lo mismo pero mucho más y encima suena más imponente, aprovecharía eso que no deja de repetir Adrián Barbón de que 'Asturias está de moda' y montaría aquí mi dacha de verano: en Siberia hace ... muchísimo frío y a este lado del mapa ni los temporales son lo que eran, que lo de 'Kirk' fue tan visto y no visto que no dio tiempo ni a abrir el paraguas. Y no lo haría solo por el clima sino porque hay ahora mismo sin salir de Gijón un par de oportunidades inmobiliarias listas para una segunda residencia que riéte tú de cualquier casoplón de Cristiano y Georgina. La primera, en el corazón de Cabueñes, tan a un paso del Jardín Botánico que está dentro de él. La finca de la La Isla, con sus 1.735 metros cuadrados construidos en su maravilloso edificio histórico podría ser el sueño de cualquiera. Para estar más a mano del centro, tampoco descartaría el 'Chalet de don Ladislao', en plena plaza de Europa y que ya se oferta en inmobiliarias por dos millones de euros.
Si yo fuera rica hasta me pensaría en comprarme ambos, algo en lo que ni piensa ni parece que puede pensar el Ayuntamiento de Gijón porque no entra en presupuesto. Y mientras tanto la primera permanece cerrada a cal y canto y la segunda amenaza con convertirse en casa okupa con los niños columpiándose en el parque a medio metro. Luego igual nos quejamos cuando se vendan al mejor postor. Que puede que sea una oligarca como yo. O puede que sea peor.
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