La historia del cine está llena de gente a la que le pasan cosas fascinantes en los aeropuertos y no te digo nada cuando se suben a un avión. Si nos circuscribimos al género de las comedias románticas podría determinarse que entre un 80 y ... un 85% de las parejas que acaban por casarse con varias damas de honor y padrinos se conocen por compartir asiento en un viaje entre Londres y Nueva York; y, de ellas, aproximadamente el 99% se cayeron mal nada más verse. Les cuento esto a modo de consuelo y para que no se olviden de ponerse sus mejores galas antes de subirse al AVE camino a Madrid. Porque sí, estrenamos alta velocidad el próximo martes, casi 20 años después de lo previsto y más de 30 desde aquel primer trayecto a Sevilla con Curro y la Expo, y lo hacemos con lo último en trenes a todo confort que, entre otras prestaciones, cuentan con la nueva fila de asientos de tres. El ser humano es el único capaz de copiar lo peor y tal vez por eso el ferrocarril se suma al modo vuelo y ya no vale lo de ventana o pasillo. Ahora nos vamos directos al futuro en el asiento del medio. Yo no me preocuparía, porque seguramente a la derecha lleve a Brad Pitt y a la izquierda a George Clooney, recién salidos de un finde de despedida de soltero en Gijón. Y, si no, siempre tendré como opción la cafetería, que, por cierto, es de autoservicio, así que ahí no es necesario hacer amigos. Ni siquiera hablar con el camarero. No hay.

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Bienvenidos al norte.

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