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Como todo el mundo sabe, una cosa es lo que quieres y otra lo que necesitas. A veces la una y la otra se juntan y estallan los fuegos artificiales, pero ni es 14 de febrero ni yo Corín Tellado, así que no hablo de ... amor (ni de sexo), sino del vial de Jove. Me explico. Queremos ser una potencia turística, queremos ser Silicon Valley, queremos vivir sin contaminación, ir en bici a por el pan, tener una startup por habitante... Queremos ser los más verdes y los más azules. Pero necesitamos seguir siendo industriales. Y justo ahí, en esos poco más de dos kilómetros de carretera entre El Musel y el mundo está la confluencia de lo que queremos y lo que necesitamos, porque nada de lo primero es compatible con los mil camiones que cruzan ahora mismo Gijón ni lo segundo con tener un superpuerto conectado a un callejón sin salida por tierra y una zona logística sin estrenar convertida en descampado y preparada para plantar lechugas. Así que sin esos 2,5 kilómetros Gijón se ve literalmente condenada.
Pero eso en el Ministerio de Transportes parece no importar demasiado porque con «estar estudiando los condicionantes técnicos» sine die tienen de sobra. Total, pensarán, si ya estuvieron esperando 20 años por la variante de Pajares, siguen esperando por la intermodal con una estación de cartón piedra y por un túnel del metrotrén sin más utilidad que la de catacumba temática...
Lo que igual no saben es que, volviendo a lo del amor, le pasa igual a la paciencia: que a veces se rompe de tanto usarla.
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