La trayectoria del Sporting B provoca una preocupación extra en la 'planta noble' de Mareo. Tras haber mantenido una política pasiva en la pasada campaña que acabó con el filial en la quinta categoría del fútbol español, en la actual se hizo una planificación de ... transición. El objetivo debería ser luchar por el ascenso.
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El camino que lleva el Sporting B en la Tercera RFEF es decepcionante. La derrota ante el Urraca el domingo en Mareo fue una cuenta más del rosario de desencantos ante rivales teóricamente inferiores. Los jóvenes 'artistas' no pueden eludir su responsabilidad, ni pensar que haber estado en una convocatoria de Gallego da título de futbolista profesional. Les quedan muchas fabes que comer para madurar en el mundo del balompié.
El entrenador también tendrá algo que ver. En el ejercicio anterior, Samuel Baños pagó los platos rotos, pero Sergio Sánchez lleva una dinámica negativa similar, en una categoría inferior. Quizá el problema no sea solo del banquillo. A los técnicos se les supone aptos y a los jugadores se les aprecian cualidades innegables en la mayoría. Si no fuera así, no deberían estar en Mareo. Es más complejo. La planificación para afrontar un año de transición en una categoría tan áspera no parece coherente, y las fórmulas de trabajo en los filiales del Sporting son cómodas para unos futbolistas en formación. Esta circunstancia siempre se asoció a Mareo.
En los últimos años se exprimió al máximo el filial. Ahí están Guille Rosas, Bogdan, Pedro, Gragera, Nacho y Gaspar, quienes pueden considerarse consolidados, así como Pablo García y Berto, con más dificultades y menos oportunidades para asentarse, pendientes también de romper moldes para buscarse un hueco.
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Hubo otras apuestas que fracasaron, producto de una errónea visión. Fueron los casos de Cordero, Montoro, Zalaya o Mateo. También están los de infortunio, como el de Morilla; de falta de confianza de los técnicos, como el de Pelayo Suárez; los casuales, como el de Trabanco, o los que dependen del gusto de los entrenadores, como el de César. También estuvo Dani Martín, con un traspaso espectacular, aprovechando que aquí no tenía sitio.
Mareo nunca puede estar seco, aunque esta temporada no se vean frutos de garantías para utilizar con inmediatez, como le hacía falta a Gallego el pasado viernes. En cualquier caso, es innegable que hay jugadores de calidad en el Sporting B con un futuro prometedor, pero inmersos en una dinámica muy negativa que tira por tierra las mejores expectativas para convertirlos en vulgares.
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Algo debe estar haciéndose mal en los despachos de la 'casita de cristal', lo que no se arregla con broncas de altos decibelios, ni advertencias desatinadas, como las de ayer del director deportivo. Hasta en esas situaciones se acusa la falta de carácter de los chavales del filial. Quizá sea el principal déficit.
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