La nueva 'Permanente' municipal gijonesa viajó a la capital burocrática asturiana a rendir pleitesía y vasallaje al Sr. consejero de Fomento, Cooperación Local y Prevención de Incendios ('y de las JONS', como añadiría el gran Riasa). El Sr. consejero es dado a caleyar por lugares ... remotos vendiendo proyectos 'next century', pero venir él al ayuntamiento de Gijón le cuesta. Será que hay muchos proyectos PAQHASHNA (Parecer que hacemos algo sin hacer nada) y son indigestos. Porque en Gijón, la Sra. alcaldesa y la 'Permanente' podrían haber formado con el consejero y su séquito un pelotón ciclista y darse un garbeo por la ciudad:
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-Mire, don Alejandro, aquí estaba la estación de Langreo, y todo el mundo contento. Había también quince negocios: cafetería, estanco, kiosco, fotocopias... Les dieron un mes para desalojar. Tanta prisa y van nueve años y mire, nada, pación.
-Mire, don Alejandro, aquí hicieron un túnel; luego, un viaducto; luego, edificaron otros juzgados y la 'provisional', y cortaron la entrada y salida a Gijón por Sanz Crespo (¡mandaco!) para que la especulación urbanística salvaje del norte tuviera más donde agarrar. Y, mire, aquí está el 'Mato Grosso' y la reserva de plumeros de la Pampa... ¡Pobre Gijón!
Volamos a la ciudad exyugoslava de Mostar en un Aviocar A 212, turbohélice, del Ejército del Aire español, un día de abril del 96. El Aviocar fue el mayor éxito de la industria aeronáutica española y vino a sustituir a los famosos trimotores Junkers alemanes. Hacía tres meses que se habían firmado los llamados 'acuerdos de paz de Dayton'. Porque aquella Yugoslavia de finales de los 80 que al viajero apresurado que somos cuando viajamos le parecía más libre y con mejor vida que los demás países del este, había pasado de un federalismo amplio, liberal y agnóstico, a nacionalismos independentistas, estrechos, fanáticos y sangrinos, envueltos en banderas, dioses y religiones. Cuando sobrevolamos Dalmacia rumbo a Mostar, todo era caliza y verde, como Asturias. Pero veías las caserías en ruinas. Al verse forzados a abandonarlas, tal vez después de vivir allí siglos, dejaban las bombonas del gas abiertas y una vela prendida encima del sofá.
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En el aeropuerto militar nos saludaron las explosiones del desminado. El contingente español de Unprofor trataba de mantener el alto el fuego y la incipiente libertad de circulación, y ayudar en lo que podían. Bosnios (musulmanes), serbios yugoslavos (ortodoxos) y croatas (católicos) se habían zurrado la badana sin piedad. Los jardines eran cementerios donde yacían jóvenes de veinte años. En los bordillos de las aceras se amontonaban los casquillos entre el barrillo de las lluvias. El famoso puente Stari Most, sobre el hermoso Neretva, había sido cañoneado y destruido, lo mismo que muchos edificios monumentales. En el hotel te pedían que, al salir, no llevarás ningún símbolo religioso a la vista y pasaras lo más inadvertido posible. Croatas y bosnios se aliaron primero para echar a los serbios a las montañas. Luego, croatas y bosnios lucharon de una acera a la otra y, como no tenían artillería, pulverizaron las fachadas de los edificios a base de fusilería. Aquel otrora hermoso y moderno bulevar, pasó a ser un lugar tétrico: el bulevar de los cerezos cosidos a balazos. Mostar, una ciudad llena de belleza e historia, industriosa y progresiva. ¿Cómo pudo ser? Pues envenenando a la gente. ¿Y cómo hicieron para distinguir a unos yugoslavos de otros? Muy fácil: bandas de 'hooligans' fueron portal por portal leyendo los apellidos en los buzones y tocando los timbres: «Mañana no os queremos ver aquí». Hay en Mostar una plaza con el nombre de España. Veinte militares españoles y un intérprete perdieron allí la vida por salvar las de otros. Contra el fanatismo, el militarismo y la guerra. Por la paz en el mundo. Assange.
PD1.-TuitX al Sr. Barbón: Trabajo, mal; industria, mal; pesca, mal; bosques, mal; agricultura: leche, carne, miel, manzana, nueces, avellanas..., muy mal; saraos y fartures, muy bien.
PD2.-Tuit a la Sra. Moriyón: Ese camelo del intercambiador, ¿por qué no lo prueban primero en el paseo de Los Alamos, en Oviedo, ya que dicen que son el motor turístico de Asturias? ¿Cuándo compró y cuánto pagó el ayuntamiento de mar por los terrenos del Dique DF? Ah, perdón, que de lo que se trata ye de meteyos en bolsu unos millones de euros del pueblo pa que puedan pagar el pufu de la ampliación portuaria.
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