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La sexta moción de censura de la democracia española será la primera con un candidato a presidente que no aspira más que a un minuto de gloria. Ramón Tamames aceptó ser el candidato a cambio de disfrutar sin tiempo límite de una tribuna de oradores ... en el Congreso de los Diputados. El antiguo líder comunista, que ha transitado por casi todas las ideologías hasta representar al partido más a la derecha del arco parlamentario, disfruta como «un regalo» de la oportunidad de despedirse de la política a los 89 años con un protagonismo que ya no podía esperar. Su nombre quedará asociado a una derrota, pero también a la historia. Con eso y la ocasión de soltar un discurso a mitad de camino entre el obligado reproche al Gobierno y un testamento político parece conformarse. Una votación sin más emoción que los despistes o algún arrebato personal de última hora bajará el telón al final de una moción tragicómica. El escritor Fernando Sánchez Dragó ha desvelado que el candidato para la moción de censura se concretó en «una comida de amigos, al calor de una copa de vino».
No surgió la idea en ese momento. Llevaba tiempo Santiago Abascal con la idea en la cabeza de recurrir por segunda vez a la moción de censura. Vox calcula que le permitirá al mismo tiempo atizar a Pedro Sánchez y recuperar la atención que Alberto Núñez Feijóo le ha quitado, poco a poco, con la paciente estrategia de contener a un PP que ha recuperado la autoestima. Proponerle a Ramón Tamames encabezar la moción fue la gran aportación del piscolabis en una marisquería. Antes, cuenta Dragó, se barajaron otros nombres como Felipe González, Alfonso Guerra o Joaquín Leguina. Cabe desear que no necesitaran preguntarles para saber su respuesta. El nombre de Tamames, en cambio, les pareció una idea feliz. Animado por su amigo Dragó, su candidatura como presidente le ha parecido un gran broche final a su carrera política.
Las mociones de censura se presentan para llegar a la Presidencia o al menos desgastar al adversario en el intento. Lo primero solo lo ha conseguido Pedro Sánchez. A Felipe González le sirvió para poner un pie en La Moncloa. En cambio, Antonio Hernández Mancha comenzó a cavar su tumba política con una desastrosa moción que convenció a Manuel Fraga de que en su partido no había mejor opción que José María Aznar. A diferencia de todos los candidatos anteriores, a Ramón Tamames no le preocupa lo más mínimo el resultado de la moción. Otros serán los ganadores. Eso está por ver. Lo único asegurado es el espectáculo.
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